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Hambre emocional: ¿Por qué comemos cuando estamos tristes?

No es un misterio que no siempre que comemos lo hacemos por hambre. La ansiedad e incluso las emociones, por dificil que parezca, tienen mucho que ver en cuanto a lo que ingerimos y cada cuánto lo hacemos. 

Al respecto, la académica de la Escuela de Nutrición y Dietética de la Universidad Andrés Bello, Michelle Labbé, profundiza en que la relación entre nuestras emociones y la comida puede ser algo de suma complejidad y que varía dependiendo de cada persona, según sus experiencias de vida.

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¿Qué es el hambre emocional?

"Estas emociones pueden tener un impacto importante en nuestros hábitos alimentarios y en nuestro estado nutricional, asociándose al sobrepeso y obesidad” explica la profesional, agregando que "existen alimentos que pueden influir en nuestro estado anímico, generando una interconexión entre nuestras emociones, los patrones alimentarios y nuestro estado de salud y nutrición”.

De hecho, apunta al hambre emocional, concepto que responde al impulso de comer de acuerdo a tus emociones. En palabras simples, tu estado de ánimo interfiere directamente en lo que ingieres.

 

Imagen referencial / Créditos: Freepik

 

¿Por qué comemos cuando estamos tristes?

En esa misma línea, sostiene que el hambre emocional "puede llevarte a elegir ciertos alimentos, generalmente altos en grasa, como pizza, papas fritas, etc.; o ricos en azúcar, como chocolates, helados, dulces y postres; lo que conocemos como comidas confort, pues solemos relacionarlos con alegría o satisfacción”.

Así, el deseo de comer aun cuando no tengamos hambre fisiológica tiene estricta realción con estados emocionales como el estrés, la ansiedad, la preocupación, tristeza, soledad, aburrimiento, entre otros. Incluso, puede llevarnos a comer incluso cuando nos sentimos saciados.

Labbé suma que este tipo de conductas puede generar un efecto contraproducente, pues estamos comiendo sin la necesidad de que nuestro cuerpo lo requiera y propiciamos, a posteriori, la aparición del sentimiento de culpa.

Recomendaciones para evitar el hambre emocional 

La buena noticia es que, según Labbé, existen ciertos tips que nos podrían ayudar a no caer en esta práctica:

  • Cuestionar por qué estamos comiendo: el estar consciente de lo que hacemos podría ser un buen indicador. A la hora de comer, un buen ejercicio sería identificar la razón por la que lo estamos realizando. ¿Es cansancio? ¿Estrés? En el caso de no hallarlo, se podría dejar de comer por unos minutos para replantearse el por qué.
  • Evitar las distracciones: el detectar qué clase de alimentos y en qué momentos se come cuando acusamos hambre emocional puede ayudar a estar más atentos y conscientes de que en esos momentos estamos alimentándonos sin que tengamos hambre realmente. 
  • Tener paciencia: la nutricionista explica que lo habitual es que la sensación de saciedad tarde unos 20 minutos en experimentarse, por lo que es bueno comer con más calma; algunos consejos puede ser masticar más lento y soltar el tenedor entre bocados.
  • Atención al ambiente: otro llamado es a reconocer las situaciones que te llevan a comer sin tener hambre fisiológica. Recuerda que debes comer sentado en una mesa, sin distracciones y prestando atención al plato de comida que estás comiendo. Aunque no lo creas, de esta forma tu cerebro reconocerá el acto de comer, ayudándote a sentir las señales cuando estés satisfecho. 

La invitación es a siempre buscar ayuda con un profesional especializado en la materia, en caso de que presentes alguna complicación nutricional. 

Este artículo está diseñado para informar y no pretende dar consejos o soluciones médicas.

Consulte siempre a su doctor o especialista si tiene dudas sobre su salud o antes de iniciar un tratamiento.

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