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Columna de Mauricio Morales: ¿Lo puede ganar el "A favor"?

Por Mauricio Morales, doctor en Ciencia Política, profesor titular, Universidad de Talca-Campus Santiago.

Según las encuestas, el destino del proceso constitucional ya está escrito: gana el “en contra” por una diferencia muy sustantiva, casi sin despeinarse. La tendencia es muy clara, según Cadem y casi no ha variado desde que comenzó la medición de intención de voto. De hecho, en la entrega de esta semana el “en contra” alcanza 59% y el “a favor” un 21%.

Si llevamos estos datos a base 100, el resultado sería 74% para el “en contra” y 26% para el “a favor”. Esto ha llevado a que en la derecha, salvo José Antonio Kast, no haya mucho entusiasmo por salir a defender el texto, mientras que la otra líder del sector -Evelyn Matthei- se mostró contraria a cualquier norma que ponga en duda la ley de aborto en tres causales. Lo mismo opinó sobre el artículo -finalmente aprobado- relativo a la exención en el pago de contribuciones.

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Los presidentes de partido tampoco han abrazado el nuevo texto constitucional. Incluso, la presidenta de Evopoli, Gloria Hutt, ha polemizado en varias votaciones, siendo mirada con recelo desde Republicanos.

En este contexto, el “a favor” no tiene nada que hacer en el plebiscito del 17 de diciembre. Sin embargo, podría echar mano a un conjunto de estrategias que, al menos, incorporarían algo de incertidumbre al resultado electoral.

La primera dice relación con levantar comunicacionalmente algunos contenidos del texto. Si bien sabemos que el no pago de contribuciones para la primera vivienda tiene un evidente efecto regresivo, podría ser popular en las clases medias emergentes que están por adquirir esa primera vivienda. Lo mismo aplica para el artículo que hace inexpropiables los fondos de pensiones, que fue una discusión crítica en el proceso anterior.

En segundo lugar, la “mano dura” frente a la migración irregular se constituye en otro caballo de batalla. Veamos algunas cifras. En Independencia y Santiago, según el padrón vigente para las elecciones de mayo de este año, el 26% es población migrante. En Iquique y Mejillones la cifra bordea el 15%. Esto indica que la presencia migratoria es un desafío no solo para las comunas del norte, sino que también para la Región Metropolitana. Hay que recordar que los migrantes inscritos en el padrón están obligados a votar, y que las medidas restrictivas a la migración -especialmente la irregular- es una buena noticia para ellos, pues produce una caída en el flujo y, además, restringe la entrada de migrantes proclives a violar la ley. Por cierto, también es una medida atractiva para los nacionales, que muchas veces asocian la migración con el delito.

En tercer lugar, está el derecho a la vida, asunto que puede convencer a los votantes más duros de Republicanos y al mundo evangélico, que fue muy renuente al texto de la Convención Constitucional, precisamente por incluir un artículo sobre interrupción voluntaria del embarazo.

La segunda estrategia es la del cansancio y el miedo. Es decir, que se transmita la idea de que el proceso va a seguir si no se cierra ahora, y que la inestabilidad va a acompañarnos por mucho tiempo. La ciudadanía está fatigada. Basta señalar que en solo cuatro años (desde 2020 hasta 2023) hemos recibido 25 de las 75 papeletas que ha emitido el Servel desde 1988. Dicho en simple, en el 12% del período que abarca desde 1988 hasta 2023, se ha desarrollado un tercio de todas las elecciones. Por tanto, el mensaje podría ser: esto termina ahora o no termina nunca.

La tercera estrategia dice relación con los liderazgos. El “a favor” incrementará sus chances de éxito en la medida en que sus dos grandes figuras trabajen unidos por la misma opción. Es decir, que Evelyn Matthei y José Antonio Kast recorran Chile promoviendo la nueva Constitución. Mientras la alcaldesa aglutinará la votación histórica de la derecha, pudiendo incluso sumar votación de centro, Kast afirmará a los díscolos del partido Republicano que no quieren nueva Constitución.

Por último, es muy importante tener en cuenta lo siguiente: en las elecciones de Consejeros Constitucionales la derecha obtuvo cerca del 56.5%. No es que esta cifra se vaya a replicar para el plebiscito de salida, pero de todos modos es un buen punto de partida.

Parece fácil cumplir con todos estos requisitos, pero la meta sigue estando muy lejos. La ciudadanía rechaza el proceso en su conjunto y, probablemente, poco le importen los contenidos del texto. Por eso mismo, las chances del “a favor” pasan por estrujar a sus liderazgos, y aprovechar la fatiga y el miedo que genera el retorno del asambleísmo como método de acción política.

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