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Columna de Mauricio Morales: La izquierda, se humilla o tira la toalla

Por Mauricio Morales, doctor en Ciencia Política, profesor titular, Universidad de Talca-Campus Santiago.

Lo tuvieron todo para ganar. Impulsaron el proceso constitucional en el marco del estallido social, y triunfaron ampliamente en el plebiscito de entrada en octubre de 2020. Luego, se anotaron otra victoria de proporciones en la elección de convencionales, dejando a la derecha recluida en un 25% de la representación en ese órgano. De ahí en adelante, vino la campaña presidencial y, aunque con ciertas dudas, igual se impusieron cómodamente en la segunda vuelta, derrotando por 11 puntos a José Antonio Kast.

El apoyo juvenil y popular fueron claves en esos comicios, y la izquierda retornaba al poder, pero no de la mano de un socialista, sino que de un ex líder estudiantil. Una vez en el gobierno, la izquierda se volcó con todo para promover el triunfo del Apruebo. Ese era el cierre de una etapa evidentemente exitosa, cumpliendo el sueño de derribar el último bastión de la dictadura: la Constitución. No por nada el Presidente Boric había sostenido que si bien Chile era la cuna del neoliberalismo, también sería su tumba. Así de claro.

No obstante, la noche del 4 de septiembre de 2022 todo cambió. Ganó el Rechazo, el gobierno se vino abajo en aprobación presidencial, se firmaron los indultos, y se agudizó la crisis de seguridad pública. Con una situación económica desfavorable y aún con las heridas abiertas por la derrota de septiembre, en la elección de consejeros constitucionales ganó Republicanos con más de 3.5 millones de votos.

Como si todo esto fuese poco, se conocieron casos de corrupción que terminaron por derribar uno de los principios fundacionales del Frente Amplio: las cosas se harían distinto y con transparencia.

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Hoy la izquierda está en un dilema. Apoyar o rechazar el texto constitucional. Los más duros del sector ya han anticipado su rechazo, señalando que es inaceptable una Constitución inspirada en Pinochet y escrita por Kast. Para otros, como la ex Presidenta Bachelet, no es prudente tirar la toalla sin antes discutir el texto en el pleno del Consejo Constitucional.

En privado, algunos consejeros de izquierda ya bajaron los brazos y su esperanza es que Chile Vamos se enfrente a Republicanos y cambie el destino. Eso, en parte, ya está sucediendo, con descuelgues que han ido morigerando el texto. Sin embargo, Chile Vamos no se manda solo. A fines de este año ya comenzarán las negociaciones para los comicios locales de 2024, y si Republicanos siente que Chile Vamos no es una coalición confiable, entonces pondrán candidatos en las comunas administradas por la UDI, RN, o Evopoli, compitiendo de manera directa.

En principio, es una estrategia irracional de muerte cruzada, pero Republicanos podría pulverizar definitivamente las bases electorales de la centro-derecha, confirmando así su posición hegemónica en el sector.

Por lo anterior, si bien Chile Vamos puede ayudar a que el texto tenga mayores chances de aprobación, no puede cruzar ciertos límites, por lo que es altamente improbable que la versión final de la nueva Constitución deje conforme a la izquierda.

Entonces, hay dos salidas. La primera es hacer campaña de mala gana y junto con Republicanos, siempre y cuando se adopte un texto que genere cierto consenso, cuestión que, como dije, es algo difícil de lograr por lo menos hasta ahora. Esa es la salida de la humillación. Ningún líder histórico de izquierda sentiría como un triunfo hacer campaña junto a la derecha radical para cambiar la Constitución de Pinochet. Es casi un oxímoron.

La segunda salida es volcarse sobre la opción “en contra”, aprovechando que las encuestas anticipan un triunfo de esta alternativa. Sin embargo, esto es precisamente lo que busca la derecha de Kast. Al encajonar al gobierno en esa opción, crecen las chances de aprobarlo en el plebiscito del 17 de diciembre, pues a esos comicios el gobierno llegará sin logros que mostrar.

Además, le resuelve otro problema a Kast: si el gobierno va por el “en contra”, entonces las bases republicanas que no quieren cambio constitucional perfectamente podrían cambiar de opción. Siempre harán lo contrario a lo que decida la izquierda.

Sea cual sea el escenario, la izquierda pagará con dolor la oportunidad perdida en la Convención Constitucional. O se suma al “a favor” con un texto poco satisfactorio, o va por el “en contra” arriesgando perder otra elección de aquí a fin de año.

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