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Mauricio Morales analiza la última encuesta Cadem y el acuerdo constituyente: "Todo atado y bien atado"

¿Qué pasó?

El académico de la Universidad de Talca, Mauricio Morales, analizó los resultados de la Encuesta Plaza Pública de Cadem de este domingo 18 de diciembre, hablando que todo "está atado y bien atado", por el acuerdo constituyente.

El análisis de Morales

Por fin salió el acuerdo constitucional. Al menos ya están las bases generales del nuevo órgano redactor, aunque debemos esperar los eventuales cambios o especificaciones que haga el Congreso.

En términos generales, es un acuerdo que abre paso a un sistema político en miniatura. Ya no tendremos un órgano constitucional totalmente autónomo e independiente, pues será supervigilado, al menos, por tres instancias. Primero, la Comisión Experta. Segundo, el Comité Técnico de Admisibilidad. Tercero, una Comisión Mixta compuesta en partes iguales por consejeros electos y expertos en caso de conflicto entre ambas instancias. Todo esto, en el afán de evitar un nuevo fracaso constitucional luego de la pesadilla histórica que vivió el país con la anterior Convención.

A nivel de opinión pública, la última Cadem muestra un respaldo de solo el 51% hacia el acuerdo, siendo más favorable en los electores de derecha y de centro. Los más decepcionados- y claros perdedores en este contexto- son los votantes de izquierda, que apoyan el acuerdo solo en un 40%. No por nada, el 43% cree que los perdedores fueron el PC, los convencionales anteriores y el Presidente Boric.

Este acuerdo está en las antípodas del pacto del 15 de noviembre de 2019, que fue suscrito en un ambiente de violencia extremo. Son mundos opuestos. Esta vez tendremos un órgano redactor de solo 50 miembros, no habrá listas de independientes, para todos los efectos prácticos se trata de un Consejo Mixto, el Congreso tendrá incidencia institucional directa, el plazo de redacción es de solo 5 meses, y, lo más importante, no se parte de una hoja en blanco. Esto último bloquea cualquier intento refundacional o propuestas que terminen por ahuyentar y distanciar a los votantes del nuevo texto constitucional.

Por cierto, el proceso arrancará en enero si el proyecto es aprobado de manera expedita. El Congreso deberá nominar a la Comisión Experta, que elaborará una especie de borrador o anteproyecto constitucional. Ese documento será entregado al Consejo como insumo. ¿Será posible que en 5 meses ese Consejo pueda tirar al tacho de la basura el anteproyecto y armar uno nuevo? Difícil. Y si el Consejo toma esa opción, deberá irse con cuidado. Previo al proceso de armonización, la Comisión Experta podrá enviar recomendaciones, y, dado el caso, mandar todo a Comisión Mixta, instancia en que se enfrentarán por parte igual los consejeros constitucionales y los expertos.

Pero no todo es miel sobre hojuelas. El acuerdo tiene un pecado de origen difícil de pasar por alto. Técnicamente, se optó por el peor sistema electoral posible. Como he señalado en columnas anteriores, utilizar el sistema electoral aplicado en el Senado corresponde a un ejemplo de violación flagrante del principio democrático de “una persona, un voto”. Para no repetir los mismos ejemplos, solo resaltar que la Región Metropolitana y Maule escogen el mismo número de consejeros, con la particularidad de que en la Metropolitana el padrón es de 6 millones y en Maule es de 900 mil personas. O sea, un votante de Maule pesa casi 7 veces más que uno de la RM. Esto es inaceptable desde una lógica democrática, y aunque sea doloroso decirlo, a veces la técnica queda supeditada a la política.

Hasta acá, y dadas las características del acuerdo, la derecha obtuvo oreja y rabo. Impuso un órgano mixto en que el Congreso es claro protagonista, llevó la elección a los territorios que le son más favorables, eliminó la hoja en blanco, generó pesos y contrapesos dentro del proceso de redacción de la Nueva Constitución, y- a lo mejor más importante que todo eso- consiguió que el acuerdo fuese firmado por la izquierda en señal de rendición total. La exConcertación sonríe, celebrando así un acuerdo más propio de los 90 que del siglo XXI. Parafraseando a Gary Lineker, en Chile la política es un juego en que compiten varios actores, pero donde siempre termina ganando la derecha o la Concertación.

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