"Duele mucho": Las últimas palabras de un recluso con desfibrilador cardíaco al ser ejecutado en EEUU
- Por Cristian Latorre | AFP
¿Qué pasó?
Byron Black, de 69 años, fue ejecutado este martes en la prisión de máxima seguridad Riverbend, en Tennessee, en Estados Unidos, por el asesinato de su novia, Angela Clay (29), y sus dos hijas, Latoya (9) y Lakeisha (6), en 1988. Su muerte propia estuvo marcada por un insólito y doloroso momento que sorprendió a los testigos.
De acuerdo a testigos, el recluso, que tenía un un desfibrilador cardíaco, se quejó de dolor al ser ejecutado por inyección letal en Tennessee. Los periodistas que presenciaron la ejecución dijeron que Black levantó la cabeza poco después de que se inyectara la dosis mortal y dijo: “Duele mucho”.
¿Qué es un desfibrilador cardíaco?
Según consigna la Clínica Mayo, un desfibrilador cardíaco implantable "es un pequeño dispositivo que funciona con batería y se coloca en el pecho. Detecta y detiene los latidos irregulares, es decir, las arritmias". Este dispositivo emite descargas eléctricas para restablecer los latidos normales del corazón.
Ir a la siguiente notaAbogados solicitaron desactivar el desfibrilador, pero fue rechazado
En rueda de prensa después de la ejecución, los testigos dijeron que Black parecía estar angustiado, pero se desconoce si era debido a las sustancias letales o al desfibrilador, que también servía de marcapasos.
Los abogados de Black habían solicitado que se desactivara el desfibrilador por estimar que podría reanudar el ritmo cardíaco durante la ejecución. Un tribunal estatal falló a favor de Black el mes pasado, pero la sentencia fue anulada por la corte suprema de Tennessee.
En lo que va de 2025, ha habido 28 ejecuciones en Estados Unidos, la cifra más alta en diez años. 23 de ellas fueron mediante inyección letal, dos por pelotón de fusilamiento y tres por hipoxia por nitrógeno, que consiste en bombear gas nitrógeno en una máscara facial, causando la asfixia del prisionero.
Si bien la pena de muerte fue abolida en 23 de los 50 estados del país y otros tres (California, Oregón y Pensilvania) tienen moratorias en vigor, el presidente Donald Trump ha sido un claro defensor de la pena de muerte. En su primer día en el cargo pidió una expansión de su uso “para los crímenes más abyectos”.
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