Columna de Mauricio Morales: "Qué hacer con Kaiser"
- Por Mauricio Morales
Por Mauricio Morales, doctor en Ciencia Política, profesor titular, Universidad de Talca-Campus Santiago.
José Antonio Kast, querámoslo o no, ya está ejerciendo su rol como presidente de la República. Lo está haciendo, fundamentalmente, en la dimensión de jefe de Estado. Sus visitas al exterior han tenido como grandes objetivos la atracción de inversión y la construcción de una especie de alianza internacional para controlar la inmigración irregular. Esto último tendría como punto cúlmine la materialización de un corredor humanitario para promover el retorno de los venezolanos a su tierra de origen.
En paralelo, ha puesto en marcha la definición de su coalición política. En teoría, dicha coalición podría abarcar desde Demócratas y Amarillos hasta el Partido Nacional Libertario (PNL). Eso fue lo que quedó relativamente claro luego de producido su macizo triunfo en la segunda vuelta electoral. Sin embargo, todavía persisten algunas dudas. Desde el PNL, los hermanos Kaiser quieren dar lo que ellos legítimamente denominan como batalla cultural. Dado que intuyen que el gobierno de Kast ignorará ese propósito, podrían optar por mantenerse al margen del ejecutivo.
El dilema para Kast, entonces, es el que enfrenta todo presidente de la República a la hora de diseñar su pacto político-legislativo. Me refiero al trade-off entre amplitud y cohesión de una coalición. Es decir, si bien una coalición amplia puede contribuir a un contingente legislativo más robusto que permita implementar el programa de gobierno, las diferencias ideológicas pueden acarrear sucesivos conflictos internos, promoviendo el siempre indeseable fuego amigo. Luego, una coalición cohesionada programáticamente puede enfrentar escasos eventos de indisciplina, pero será incapaz de conquistar a otros partidos para generar las mayorías necesarias, lo que traerá como consecuencia una parálisis legislativa.
Ante estas dos situaciones conflictivas, la tarea del presidente es conseguir un equilibrio entre amplitud y cohesión. En este caso, dicho equilibrio pasa por las decisiones que se tomen en torno al ingreso del PNL al gobierno. Sin el PNL, la coalición de Kast será más pequeña, pero más fácil de administrar, controlar y dirigir. Con el PNL, la coalición será más amplia, pero posiblemente más friccionada e inestable.
Ir a la siguiente notaUn primer escenario es que los hermanos Kaiser no den su brazo a torcer respecto a la batalla cultural. En ese caso, el problema se resolvería de manera natural: los Kaiser no estarían dispuestos a que el PNL ingrese al gobierno y Kast no tendría de otra más que aceptar esa decisión. Sin embargo, la cosa no es tan sencilla. ¿Qué diría la base militante del PNL que luchó para que Kaiser fuese el presidente de Chile y que al no conseguirlo se inclinó masivamente por Kast? Muy probablemente esos militantes se sientan partícipes del triunfo y con el legítimo derecho para exigir cargos en la burocracia estatal.
Los partidos políticos, por definición, son agentes que buscan el poder y que cuando lo consiguen, ingresan al estado. Entonces, aunque los hermanos Kaiser tomen la decisión de no participar del gobierno de Kast, seguramente habrá militantes en desacuerdo con esa postura, lo que podría provocar sucesivas renuncias al partido, salvo que sea una base fuertemente ideologizada y homogénea que esté dispuesta a sacrificar potenciales empleos por respetar los principios partisanos.
Los hermanos Kaiser, en consecuencia, deberán ser extremadamente cuidadosos para tomar la decisión. Si rechazan la invitación de Kast, esto los puede conducir a un conflicto interno entre ellos y sus militantes. De producirse una fuga desde el PNL, esta será aprovechada por Republicanos, el partido ideológicamente más cercano a los libertarios.
El segundo escenario es que el PNL acepte la invitación de Kast. La gran pregunta es dónde colocarán a Johannes Kaiser. Él ha dicho que no quiere ser un ministro con un paso fugaz por el gobierno. Lo más recomendable, le dirán sus asesores, es guardarse para el primer o segundo cambio de gabinete, evitando un desgaste que solo le traerá perjuicios a largo plazo. ¿Pero si le ofrecen Seguridad Pública o Defensa? Ambos cargos son difíciles de rechazar.
Se supone que Kaiser es un fiel representante de la mano dura contra el delito, y que además ostenta buenas relaciones con las Fuerzas Armadas. Si es valiente y está convencido de que puede hacer bien las cosas, aceptará. Si duda de sus capacidades o percibe que ambos cargos son una moledora de carne, declinará. Está por verse, entonces, cómo se va desarrollando este dilema estratégico para el PNL. Kast, en cambio, solo debe cursar la invitación y esperar.
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