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Lleva 20 años en Chile: Así es el poderoso submarino SS-23 General O'Higgins que posee la Armada

Hace exactamente 20 años, la Armada de Chile incorporó a su flota al poderoso submarino SS-23 General O'Higgins, marcando un hito para la institución encargada de proteger las aguas nacionales.

Según el sitio web Infodefensa, la nave pertenece a la clase Scorpène y fue construida por un consorcio franco-español. Gracias a su arribo en 2005, la Armada fortaleció significativamente sus capacidades, reemplazando unidades más antiguas y aportando tecnología de última generación.

El submarino mide 66,4 metros de eslora y es capaz de desplazar 1.711 toneladas sumergido. Puede navegar a una velocidad de hasta 21 nudos, lo que le da agilidad para moverse con rapidez bajo el agua. Además, tiene una autonomía de 6.500 millas náuticas en superficie, que le permite cubrir grandes distancias sin necesidad de apoyo constante.

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El poderío del submarino SS-23 de la Armada de Chile

El diseño del O'Higgins destaca por su sigilo. Su casco hidrodinámico, heredado de tecnologías usadas en submarinos de ataque nuclear, su estructura de acero de alta resistencia y una hélice optimizada le permiten sumergirse hasta 350 metros y moverse con un mínimo ruido, reduciendo considerablemente la posibilidad de ser detectado por sonar. Esto le otorga una ventaja estratégica: puede acercarse a objetivos, vigilar zonas marítimas o infiltrar operaciones sin alertar al enemigo.

En cuanto a su poder ofensivo, el SS-23 está equipado con seis tubos lanzatorpedos de 533 mm, lo que le permite disparar torpedos pesados, misiles antibuque o incluso sembrar minas. Gracias a su sistema automático de recarga y lanzamiento en salva, puede enfrentar múltiples amenazas de superficie o submarinas con eficacia.

Su capacidad de detección también es de primer nivel. El submarino posee una suite de sonares y sensores avanzados: sonar de casco de frecuencia media con modos activo y pasivo, sonar de largo alcance para detección en 360°, sonares de flanco y de alta resolución para buscar obstáculos o minas. Es decir, puede detectar buques, otras naves submarinas o amenazas potenciales, incluso bajo condiciones difíciles.

Pese a que opera hace dos décadas, el SS-23 se ha convertido en una pieza clave del poder naval chileno. Representa una plataforma capaz de operar en misiones complejas, ejercer disuasión, patrullar vastas zonas marítimas y reaccionar ante amenazas múltiples con eficacia. En pocas palabras, es una de las naves más modernas y potentes en el arsenal de la Armada de Chile.

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