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Columna de Mauricio Morales: "Los Danieles y el gobierno"

Por Mauricio Morales, doctor en Ciencia Política, profesor titular, Universidad de Talca-Campus Santiago.

Daniel Stingo, Daniel Andrade, Daniel Núñez, y Daniel Jadue. Todos ellos tienen en común no solo el nombre, sino que también un desempeño político que ha removido a la izquierda chilena. La historia de Stingo es conocida. Sus polémicas declaraciones durante el proceso de redacción de la nueva Constitución llevaron a algunos a sugerir -de manera muy injusta por cierto- su responsabilidad total en la derrota del Apruebo para el plebiscito de 2022. Daniel Andrade, en tanto, creó Democracia Viva, una fundación que está en medio de una investigación por corrupción y que lo tiene actualmente formalizado.

Daniel Núñez, senador del PC, llamó al gobierno a generar una amplia presión ciudadana para sacar adelante sus reformas, especialmente la tributaria y la previsional. Esto trajo como consecuencia una serie de críticas por parte de la oposición, que interpretó sus dichos como un traspaso de las fronteras democráticas. Daniel Jadue, finalmente, será formalizado por presuntos actos de fraude y cohecho. El actual alcalde de Recoleta se ha defendido, señalando que esta situación responde a una maniobra o maquinación política que viene desde el gobierno. Y no solo eso, pues también involucró al presidente del Consejo de Defensa del Estado, lo que ha generado un conflicto mayor con su propio sector político. Hoy por hoy, Jadue actúa como un infectado por Covid que, en el período en que no existía vacuna, entra a un ascensor repleto de gente y sin mascarilla.

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Los actos y declaraciones de los “Danieles” siempre terminan por perjudicar al gobierno. Durante la campaña del plebiscito constitucional, el gabinete del Presidente Boric se volcó masivamente por el Apruebo. Cada acto oficial era acompañado por una especie de propaganda, pero a la vuelta de la esquina aparecía alguna declaración de Stingo que tiraba todo por la borda: “no es tu platita”, decía al referirse a los fondos de pensiones de los chilenos. Si bien los actos de Stingo estuvieron lejos de explicar por sí mismos el resultado de ese plebiscito -el texto constitucional propuesto por la Convención implicaba un serio riesgo de inestabilidad para el país- eran motivo de preocupación y hasta de temor en las filas oficialistas. No fueron pocos los que solicitaron una veda de declaraciones de Stingo a fin de evitar un desastre mayor.

Luego del trauma de la derrota electoral de 2022, el gobierno intentó retomar la agenda. Vino una serie de indultos presidenciales, incluyendo personas con amplio prontuario delictual, lo que mandó al gobierno al foso de aprobación presidencial. Cuando estaba tratando de salir, estalló el escándalo de Democracia Viva. Otro Daniel apareció en escena. Esta vez, Daniel Andrade, líder de la fundación. Como una bomba de racimo, el caso comenzó a afectar no solo a las autoridades del Minvu, sino que también al exministro Jackson, cuya culpabilidad no estuvo ni cerca de probarse. La investigación de la Fiscalía sigue su curso y queda por verse si el jefe de asesores de La Moneda, Miguel Crispi, estuvo tempranamente informado de este caso.

 

 

De tanta crisis seguida, al gobierno le ha sido muy difícil sacar adelante su agenda de reformas. Con muy poco tiempo para avanzar, los ministros se esfuerzan para, al menos, dejar como legado un pacto fiscal y una reforma previsional. Sin embargo, la minoría estructural que la coalición de gobierno tiene en el Congreso dificulta este propósito. Recientemente, perdió la testera del Senado y es muy probable que ocurra lo mismo con la de la Cámara. A fin de salir del inmovilismo, el tercer Daniel saltó al ruedo. Me refiero al senador Núñez. Casi como una arenga propia de los partidos y movimientos de izquierda de los ‘60, Núñez llamó al gobierno a promover la presión social. Si la democracia representativa -pensará el senador Núñez- bloquea un gobierno reformista, entonces será la calle la encargada de transformar las ideas del gobierno en leyes. La convocatoria no generó acuerdo ni siquiera en su propia coalición.

El último Daniel es el alcalde de Recoleta. Al enterarse de su formalización no tuvo mejor idea que involucrar a su propio gobierno, colocándose como víctima de una operación política maligna dirigida desde “Magallanes”.

Y no solo eso. También puso en duda la neutralidad del CDE. ¿Será tan importante Jadue como para quitarle el sueño al Presidente?, ¿es el Frente Amplio un actor capaz de conspirar a este nivel?, ¿estará tan despistada y desorientada la Fiscalía como para irse contra el alcalde? Lo concreto es que el daño ya está hecho. Algunos “Danieles” torpedearon el proyecto ideológico del gobierno, y otros, simplemente, han derribado uno de los pilares fundamentales en los que se forjó la coalición del Presidente Boric: la transparencia y la probidad administrativa.

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