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El día que el nuevo director de la PDI entregó a tres de los suyos: "¿Dónde está la plata?, no te hagas el huevón"

El 10 de agosto 2016, un equipo de la Unidad MT0 de la Policía de Investigaciones se desplegó por el centro de Santiago durante la tarde. Unas horas antes, había llegado una autorización para allanar tres domicilios en el marco de una pesquisa por drogas.

El equipo era liderado por el subcomisario Rodrigo Quezada, quien organizó el operativo. Así, salieron varias patrullas de forma simultánea cerca de las 17 horas con dirección a calle San Ignacio 898 y 894 y Coquimbo 1497.

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A ese último domicilio ingresó el subinspector Manuel Torres, donde logró levantar droga y dinero. Tras el operativo, todos volvieron al cuartel policial Borgoño, en Independencia, para el pesaje de lo incautado e iniciar la redacción del informe policial que debían tener listo para la formalización.

Todo bien hasta ahí.

Cerca de la media noche, el subcomisario Quezada decide ir a dejar el ariete utilizado en el operativo a otra dependencia de la PDI. Por eso le dice que lo acompañen Manuel Torres y Francisca Morales. Durante el trayecto, Torres sacó un fajo de dinero y le entregó a cada uno $165 mil.

Según la carpeta policial, ninguno dudó, pues el subinspector le debía dinero a ambos producto de problemas económicos.

Dos días después, el 12 de agosto, el subcomisario Quezada recibió un llamado urgente cuando se dirigía a Villarrica. Al otro lado del teléfono, estaba el prefecto Eduardo Cerna, su jefe en la Brigada de Investigación Criminal, quien le preguntó: ¿qué había pasado con la plata? y que no se hiciera el huevón.

Todo esto derivó en una investigación que incluyó a detectives del Departamento V de la PDI, donde se indaga los problemas de asuntos internos y líos de corrupción.

Tras cortar con Quezada, el Prefecto Cerna citó a su oficina a los dos subinspectores Torres y Morales. Al llegar ésta última aplicó la misma presión: “¿dónde estaba la plata que se había robado y que no se hiciera la huevona?”.

Luego, a Torres le preguntó cuánto le había pasado: “150 mil y fracción”, le dijo.

Para Cerna ya no había dudas, tenía la convicción que sus tres detectives se habían quedado con parte del dinero incautado en el operativo en Santiago Centro.

“La placa y pistola”, sentenció el alto oficial.

El nuevo jefe de la PDI volvió a tomar su celular y llamó a la fiscal Giovana Herrera para denunciar la situación y recibir instrucciones, lo que derivó en una investigación penal que terminó con los tres detectives condenados.

¿Cómo se enteró Cerna?

Según la carpeta investigativa, otro detective que participó en el allanamiento observó a Manuel Torres echarse al bolsillo una bolsa con billetes. Al regresar al cuartel, se percató que esa prueba no estaba en el lugar del decomiso y tampoco fue informado en el reporte que se preparaba para el Ministerio Público.

Por ello, el detective decidió informar a su superior: el Prefecto Eduardo Cerna, quien inició de inmediato los interrogatorios con sus subordinados.

Durante el juicio, quedó establecido que Torres escondió una bolsa con dinero que se cayó desde un televisor el día del allanamiento en el departamento de calle Coquimbo. El subinspector se robó $462 mil que los repartió entre tres: él se quedó con $135 mil, Quezada con $165 mil y Morales con $162 mil.

“Esta división del botín hace sospechar que esta situación se había repetido antes y da cuenta del concierto entre ellos, lo que se corrobora con las conversaciones de whatsapp”, detalla la sentencia que fue informada en junio de 2019.

En esa línea, el Cuarto Tribunal de Juicio Oral condenó a Manuel Torres Cabrera a tres años por el delito funcionario de mal uso de caudales públicos. Mientras que a sus ex compañeros policiales, Rodrigo Quezada Suazo y Francisca Morales Portuguez recibieron dos años por el delito de encubrimiento del delito funcionario.