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Comentario Aftersun: "es de esas películas que le dan sentido a la vida"

“El terror de saber de qué se trata este mundo” dice la canción Under Pressure de Queen. ¿Y de qué va la vida sino de un rimero de recuerdos? Aftersun llega como una película con sabor sumamente personal. Como esa tarde malgastada en ver las fotos familiares del viaje a la playa. Buscabas otra cosa y te topaste con el álbum, fue inevitable curiosear en esas imágenes vistas infinitas veces.

Aftersun compone la historia de Calum y su hija de 11 años, en medio de unas vacaciones en Turquía. Hija de padres divorciados, Sophie se aventura en estas vacaciones con una cámara en mano, que va registrando pequeños momentos aleatorios del verano. La ida a bucear, un juego de waterpolo, jugar pool y conversaciones mundanas.

Película de largos y desordenados planos, comienza de manera un poco incómoda y de a poco se va adentrando en la comodidad para luego posarse en el corazón. Ahí es cuando suelta el veneno que remece y hace que la película duela profundamente. Y es que no hay motivo aparente para aquello, no hay un hilo conductor meramente dramático. Solo es la vida misma en los pies de Calum y Sophie, quienes nos invitan a ver lo que nadie nos invita a ver. Aquellos momentos en principio insignificantes, pero que esconden el sentido mismo de la vida.

No necesitamos mucho para saber que para Calum, Sophie es su cable a tierra y su única razón en el mundo. Aferrándose a ella como si fuera un salvavidas, trata de ser el padre que nunca tuvo. Ambos arman una relación hermosa que, pese a lo linda, duele, duele en lo más hondo y duele con el paso del tiempo. Por otro lado, Sophie se aferra a Calum para saber de qué se trata el mundo, de que se trata el amor y ser feliz, pese a que Calum sabe tan poco de la vida como Sophie.

La directora Charlotte Wells logra construir, en su primera película, un compendio de momentos que se sienten sumamente familiares, como si hurgara en tu pasado familiar. Tal vez por eso se siente tan lindo y triste a la vez. Paul Mescal (Que tiene que estar, al menos, nominado al Oscar) brilla en el papel de su vida, todo al compás de la excelente Frankie Corio que debuta en la gran pantalla.

El cine vive momentos complejos. Al mismo tiempo que Avatar 2: El Camino del Agua, se eleva como un gigantesco parque de entretenimientos, Aftersun se cuela como una de las películas más sentimentales del siglo. Podríamos hablar largo y tendido del rumbo del séptimo arte. Pero la conversación termina siendo esteril cuando aparecen películas como Aftersun que logra lo que muchas historias quieren, sin éxito, lograr. Simplemente emocionar.

Y la tarea, tan epopéyica, al parecer, Wells la logra construyendo algo absurdamente simple. Una seguidilla de momentos sin mayores conexiones unos con otros. Que van in crescendo hasta desembocar en uno de los finales más satisfactorios que me ha tocado ver. Un último baile emocional hasta la médula que comprime toda una vida de recuerdos. Aquel primer toque de brazos de ese amor de verano que termina en un incómodo beso, aquel tapar a un padre durmiendo, aquel acostarse sobre una carísima alfombra nueva, aquella espera a que se revele la foto instantánea.

Disponible aún en cines y desde enero en Mubi, Aftersun queda en la filmoteca personal como un agradable día en la playa, pero con ese toque amargo que solo las más grandes penas pueden dejar. Sin más, solo queda volver a citar a Queen en Under Pressure “¿Porque no podemos darle al amor una oportunidad más?”. Hay que agradecer que Aftersun exista, es de esas películas que le dan sentido a la vida, aunque no sepamos cuál es, ni por qué.

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