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Columna de Mauricio Morales: "El cortijo, la cuna de mimbre"

Por Mauricio Morales, doctor en Ciencia Política, profesor titular, Universidad de Talca-Campus Santiago.

Jeannette Jara figura en el primer o segundo lugar en todas las encuestas que miden intención de voto. Hasta ahora, bordea el 30%, lo que no sorprende si miramos las cifras de aprobación presidencial de Gabriel Boric.

La exministra ha mostrado atributos y capacidades muy significativas. No se trata solo de simpatía y cercanía con los votantes, sino que también de capacidades demostradas, particularmente por haber sacado adelante la reforma previsional. Si bien dicha reforma se posiciona en las antípodas de lo que aspira su propio partido en materia de pensiones, su éxito es del todo destacable, pues se hizo en el marco de un Congreso fragmentado y con Republicanos y Libertarios en contra.

Esa reforma, además, trajo dos efectos políticos muy relevantes. El primero, y el más obvio, el alza de Jara como una de las ministras más valoradas del gobierno. El segundo, la irrupción de Kaiser como candidato presidencial.

Luego de ganar la primaria, Jara entró a disputar palmo a palmo el voto popular con José Antonio Kast, especialmente en la Región Metropolitana. En el reciente encuentro por el Día del Camionero, Jara enrostró a Kast el hecho de no haber nacido en cuna de oro, sino que en cuna de mimbre.

Como fiel representante de El Cortijo, Jara, aguerrida y sin miedo, remarcó las diferencias de clase con el líder de Republicanos, colocando una especie de cortafuego entre la derecha y el mundo popular. En ese contexto, y de manera lenta, pero segura, Jara ha sido capaz de provocar a Kast, quien a ratos ha perdido el tono conciliador y el espíritu de unidad nacional que tan exitosamente ha instalado como parte medular de su discurso.

Jara ya sabe que puede sacarlo de sus casillas, consiguiendo así dos cosas. Primero, exponer a Kast como un líder que, en ciertos momentos, se torna inestable. Segundo, profundizar el sesgo de género en sus apoyos.

Si analizamos los datos de las encuestas previas a 2021 y también las actuales, es muy evidente el mayor respaldo hacia Kast en los hombres que en las mujeres. En consecuencia, Jara tiene dos grupos importantes para atacar. Por una parte, la identificación de clase con los segmentos de menores ingresos y, por otra, la solidaridad de género traducida como voto femenino.

Pero no todo es tan sencillo. Jara se ha transformado en una especie de vocera del PC y de los comentarios que frecuentemente realiza Daniel Jadue. Ahí recae su principal debilidad, pues, por un lado, hace todos los esfuerzos para sumar a su comando al Socialismo Democrático y a la DC, pero por otro debe responder a los desubicados dichos de sus correligionarios.

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Además, hay faltas de respeto que son inaceptables. Entre ellas, que el propio Jadue haya anticipado la decisión de Jara respecto a congelar su militancia (cosa que, finalmente, no sucedió), y que el propio presidente del PC señalara que Bárbara Figueroa sería la militante encargada de enlazar al partido con el comando de Jara, en circunstancias de que ese anuncio lo debió hacer la candidata.

Cuesta entender el comportamiento del PC. ¿Ven posible ganar la elección presidencial, o ya la dieron por perdida?, ¿se están preparando para ser gobierno o para ser oposición?, ¿les interesa más la presidencial o la legislativa?

Finalmente, hay otro elemento que Jara debiese considerar en su campaña. Según la encuesta Criteria de la semana pasada, en un escenario de segunda vuelta, ella es más competitiva con Matthei que con Kast. Por eso mismo, es muy importante que Jara no polemice con Matthei- ya se produjo, eso sí, una disputa por cuál de las dos generó más empleo cuando fueron ministras del Trabajo- y que insista en sacar lo peor de Kast.

En una de esas, entre ambas se reparten el voto femenino, y si Jara es astuta, bien podría arrebatarle parte no menor del voto popular.

Jara sabe que Kast puede terminar como un candidato monotemático, que repite las mismas frases y que se enfrasca en las mismas discusiones con el oficialismo y especialmente con ella. Eso, por cierto, puede movilizar la rabia y la ira de los votantes, pero también puede agotar y saturar la agenda de debate público. Jara podría orillar a Kast precisamente a ese escenario, transformándolo en un líder que no genera noticia y que, en realidad, no ofrece algo tan distinto en comparación con los otros candidatos. Es una tarea titánica, pues, ya lo sabemos, Kast es de verdad.

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