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Columna de Mauricio Morales: "La segunda vuelta entre las dos derechas"

Por Mauricio Morales, doctor en Ciencia Política, profesor titular, Universidad de Talca-Campus Santiago.

Tendría que ser muy mala la candidatura de la centroizquierda como para quedar fuera en la primera vuelta de las presidenciales 2025. En columnas anteriores he dado algunas cifras. Entre ellas, que la centroizquierda obtuvo la mitad de las gobernaciones regionales en las elecciones de 2024, ganó 110 de las 345 alcaldías, y consiguió casi el 46% de todos los concejales electos.

No sirve el argumento de que las elecciones presidenciales son diametralmente distintas a las elecciones locales como para justificar un vergonzoso tercer lugar, que implicaría llevar al país a una segunda vuelta entre las dos derechas.

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Ciertamente, este escenario se abre en caso de que la primaria de la centroizquierda sea ganada por alguno de los candidatos más extremos. Es decir, Jara o Winter. La razón es muy simple. El electorado de centro va a preferir a Matthei por sobre los representantes del Gobierno, lo que asegura su avance cómodo al ballotage.

La coalición oficialista, entonces, solo tendría cierta chance de pasar a la segunda vuelta en caso de que Kast y Kaiser tomen la decisión suicida de llegar a la papeleta de noviembre. Eso fracturará el electorado de derecha radical y, en una de esas, la candidatura del Gobierno pasa a la final con Matthei.

Para que todo esto se produzca, será clave la decisión del PS. Si Vodanovic insiste en competir, es probable que entierre de cabeza la candidatura de Tohá, dejando la definición entre el PC y el FA.

La postulación de Vodanovic, aunque suene obvio decirlo, desfavorecerá al Socialismo Democrático, partiendo sus bases de apoyo y abriendo el camino al éxito de alguno de los candidatos extremos. Al mismo tiempo, desde la derecha se frotarán las manos, pues saben que, de avanzar Winter o Jara, el triunfo en segunda vuelta estará casi a la vuelta de la esquina.

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En consecuencia, el PS podría ser el socio inesperado de la izquierda radical para efectos de la primaria, y de la derecha en la primera vuelta. Si la candidatura de Vodanovic contribuye a la derrota de Tohá, la derecha se hará un festín con Jara o Winter, ambos representantes del oficialismo más duro. Luego, en esa primera vuelta, los votantes de centro habrán quedado huérfanos y a merced de Matthei.

En ese escenario, Matthei no tendrá necesidad de pelearse con Kast o con Kaiser, pues sus votantes estarán en otro segmento ideológico. Dicho de manera mucho más simple, una candidatura del PS en la primaria de la centroizquierda le facilitaría significativamente la vida a la derecha, y dejaría a la izquierda al borde del precipicio.

Por cierto, si el PS remata último en esa primaria, las cosas también se complican para sus candidatos al congreso, quienes tendrán que arreglárselas solitos para mantener una bancada respetable.

Hasta acá, el panorama para la derecha es muy alentador. No obstante, a la izquierda nunca se le puede dar por muerta. Si gana Winter o Jara, el Gobierno deberá salir a hacer campaña. Evidentemente, no de manera directa, pero sí soltando la billetera con lo poco que queda, o transfiriendo recursos a los municipios para fortalecer las redes clientelares que paulatinamente han construido sus alcaldes.

Hay que recordar, además, que el 30% de apoyo que registra el Gobierno de Boric corresponde, fundamentalmente, a personas de izquierda. Por tanto, la batalla no está perdida aún. Lo que sí podría ocurrir, en todo caso, es que ganando la primaria Jara o Winter, aparezca una candidatura de centro en la primera vuelta suficientemente capaz de convencer a estos votantes de que la izquierda radical no es la solución, y que la derecha no se la puede para garantizar gobernabilidad.

Tendría que ser una candidatura disruptiva, con carácter y sin complejos como para abrir una competencia bilateral con izquierdas y derechas. Por ahora, no existe ningún nombre. Algunos han propuesto al expresidente Frei, y otros piensan en Marco Enríquez-Ominami. Este último, en todo caso, necesita bajar los niveles de virulencia que a veces cansan al electorado. Su tarea sería tomarse en serio una candidatura presidencial, abriendo espacio para una coalición más de centro que de izquierda.

Si no lo aceptan en la primaria oficialista, ME-O tiene todo el derecho de participar en la primera vuelta para convencer a los chilenos, por quinta vez, que es una opción confiable para sacar al país de esta amargura y frustración permanentes.

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