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Columna de Mauricio Morales: Ganó Republicanos

*Por Mauricio Morales, doctor en Ciencia Política, profesor titular, Universidad de Talca-Campus Santiago.

No voy a escribir sobre el discurso presidencial. Ya está todo dicho y abundar en eso no resulta atractivo, aunque es justo reconocer que fue una cuenta pública impecable que, de hecho, le reportó a Boric 10 puntos adicionales de aprobación, llegando al 41% según la última Cadem.

En esta columna me referiré a Republicanos. Mi argumento central es que el partido de Kast no tiene muchos incentivos para sacar adelante la nueva Constitución. Si bien racionalmente lo aconsejable es que Republicanos facilite el proceso constitucional para liquidar el debate sobre la carta magna y así enfrentar libremente la elección presidencial de 2025, bloquear el proceso y mantener la actual Constitución igual le reportará ganancias.

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La pregunta de fondo es si el grupo más duro de ese partido está dispuesto a entregar la Constitución del 80 a cambio de asegurar la elección de Kast como nuevo Presidente.

Desde el análisis político convencional el diseño es simple: Republicanos debiese obligar al Presidente Boric a firmar una nueva Constitución a su imagen y semejanza. Tiene los votos para hacerlo y la habilidad para arrastrar a Chile Vamos hacia la misma postura.

 

Mauricio Morales / Mega
Mauricio Morales / Mega

 

 

Con eso, despoja a la izquierda de una bandera de lucha, probablemente la última que aún sobrevive de la mano de la dictadura de Pinochet. Dado que el gobierno de Boric podría concluir con una baja aprobación presidencial, entonces la elección de 2025 sería pan comido. Sin embargo, este análisis lineal ignora una cuestión que muchas veces pasamos por alto.

Me refiero a las convicciones ideológicas. Buena parte de Republicanos se podría formular las siguientes preguntas. ¿Por qué ceder en la discusión constitucional?, ¿qué o quiénes obligan a eso?, ¿cuál es el incentivo de respaldar una nueva Constitución para la que, según Cadem, solo un 28%- versus el 48%- estaría dispuesto a apoyar?, ¿está asegurada la elección de Kast con una nueva Constitución?, ¿qué se gana con renunciar al pegamento que une a la derecha y que responde a los contenidos fundacionales de la actual carta magna?, ¿está Republicanos obligado a renunciar al estado subsidiario y a respaldar un estado social y democrático de derecho?, ¿son tan calculadores como para abandonar 40 años de historia por un mísero gobierno de 4 años? Vamos por parte.

En el mejor escenario para Republicanos, se mantiene la actual Constitución y se gana la elección presidencial de 2025. El peor escenario, en tanto, sería ceder y renunciar a esta Constitución, y luego perder la elección presidencial. Hay dos escenarios intermedios eso sí. Primero, mantener esta Constitución y perder la presidencial. Segundo, cambiar esta Constitución por una nueva y ganar la presidencial.

Es difícil anticipar cuál de los cuatro escenarios finalmente se convertirá en realidad, pero lo concreto es que en tres de ellos Republicanos sale ganando. Tendrían que elaborar una estrategia muy torpe como para quedarse sin pan ni pedazo. Es decir, renunciar a esta Constitución y perder la presidencial.

La pregunta es qué es más importante para Republicanos. Desde mi perspectiva, es mucho más relevante, identitario e ideológico mantener las reglas que estipula la actual Constitución. Esa es la madre de todas las batallas. Además, nada garantiza que derribando el texto del 80 se catapulte a Kast como el próximo Presidente.

Si bien en 2021 llegó al 44% en la segunda vuelta, eso podría interpretarse más como un techo que como un piso. Y si la idea es que con voto obligatorio nuevamente la ciudadanía se inclinará por un candidato de la derecha radical, constituye una apuesta sumamente riesgosa.

Por cierto, y desde mi perspectiva, lo mejor para Chile es cerrar el conflicto constitucional. Quienes fuimos firmes partidarios del reformismo, debemos aceptar que el cambio de Constitución es casi inevitable y, a estas alturas, deseable para promover la unidad.

No obstante, estamos frente a una mayoría que no conocemos bien, y que perfectamente podría aprovechar el hostil ambiente hacia una nueva Constitución para salvaguardar sus principios, valores, y hasta su honra.