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Abusos contra niños sordos: Cómo actuaban los curas condenados y la "monja mala" en Argentina

  • Por Reina Pereira

Una noticia que afecta directamente a la Iglesia Católica en Argentina: Los sacerdotes Horacio Corbacho (59 años) y Nicola Corradi (83), tendrán que cumplir 45 y 42 años de prisión respectivamente, por haber abusado sexualmente, entre 2005 y 2016, de una veintena de menores hipoacúsicos (sordos) en un internado religioso ubicado en la provincia de Mendoza, a 1.000 kilómetros al oeste de Buenos Aires.

La noticia de este caso se dio a conocer en el año 2016 cuando una de las víctimas, hoy de 19 años de edad, aseguró haber sido violado por Corbacho cuando tenía 5 años. El caso no avanzó porque nadie más se había atrevido a dar declaraciones al respecto, pero que ahora se confirmó con las más de 20 denuncias que se sumaron a ese testimonio escalofriante y las investigaciones que realizaron las autoridades. 

El inicio de una pesadilla

Los hechos cometidos por Nicola Corradi no eran nuevos, pues el sacerdote de origen italiano ya había sido denunciado por abusos cometidos entre 1955 y 1984 en Verona, sede central del instituto que dirigió. Ante el escándalo, la Iglesia decidió trasladarlo a la ciudad de La Plata, Argentina, donde también se sumaron nuevas acusaciones. Es por esta razón que termina en Mendoza, donde siguió cometiendo los mismos crímenes con la diferencia de que esta vez, sí fue condenado a una pena mayor.

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La monja mala

Al llegar a Mendoza, Corradi se unió a Kumiko Kosaka, una monja nacida en Japón que se convirtió en su cómplice, ya que era ella quien elegía a los niños que serían abusados, de acuerdo a su nivel de sumisión a los golpes. Estos tenían entre 7 y 17 años de edad, eran sordos y de escasos recursos.

El que se llevó la mayor pena fue Horacio Corbacho Blanc, quien fue acusado originalmente de 16 hechos de abuso simple y con acceso carnal con agravantes como estar encargado de la guarda de los menores y su rol como ministro de culto. Él también hacía uso de la "Monja mala" para recibir a los niños que ella eligiera. 

"La casita de Dios"

Se trata de un lugar oscuro y escalofriante al que las víctimas eran llevadas para ser sometidos a diversos vejámenes. Era un altillo situado en el fondo del predio, al que llamaban 'La casita de Dios'. Allí, los niños y jóvenes que eran llevados podrían ver a través de las rendijas de la puerta lo que pasaba dentro, según reveló el fiscal que inició la investigación, Fabricio Sidoti.

Violaciones, tocamientos, pornografía, amenazas. Todo ocurría allí durante la madrugada y, a veces, en las mismas habitaciones donde dormían los menores. De hecho, según una de las denuncias hechsa por una joven adolescente, la "monja mala" le puso un pañal para ocultar la hemorragia que tenía en sus genitales tras haber sido violada.

Otros de los jóvenes denunciaron también haber sido encadenados por los curas, quienes también los obligaban a tener relaciones con varias personas a la vez, o a tener sexo entre ellos mismos mientras sus abusadores observaban. 

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"El consuelo"

La forma de operar siempre se repitió durante varias de las violaciones, según confirman los afectados. Luego de ser abusados, sufrían múltiples lesiones y desgarros. En ese momento entraban en escena Corradi, la monja o el ex monaguillo Jorge Bordón, y se encargaban de trasladarlos al médico; la consulta ocurría siempre fuera del instituto, de acuerdo a los relatos. 

Luego de haber sido atendidos por los médicos y haber controlado la lesión, llevaban al menor generalmente a un local de comida rápida y allí le compraban una hamburguesa con papas fritas, como un consuelo, e incluso compraban el menú que traía un juguetito de regalo, mismo que luego le quitaban en medio de forcejeos. 

Más cómplices

Horacio Corbacho y Nicola Corradi no fueron los únicos que recibieron condena tras estos terribles hechos. El jardinero Armando Gómez (59 años), quien trabajaba en la institución católica, también recibió una pena de 18 años de prisión al igual que el monaguillo Jorge Bordón, quien se declaró culpable de abusar de cinco menores, recibiendo una pena de 10 años de cárcel en un juicio abreviado.

En cuanto a la "monja mala", espera en prisión domiciliaria el comienzo de un segundo juicio, que se celebrará en 2020 por ser cómplice de estos hechos de abuso sexual.

El empleado administrativo J.O, también involucrado, fue declarado inimputable, dado su retraso madurativo severo y su discapacidad en la comunicación.

En tanto, Corradi goza de la prisión domiciliaria y seguirá detenido en la misma condición debido a su elevada edad, su estado de salud deteriorado y su movilidad reducida. Corbacho, en cambio, continuará recluido en el penal mendocino de Boulogne Sur Mer.

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