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Columna de Mauricio Morales: "¿Lo puede dar vuelta?"

Por Mauricio Morales, doctor en Ciencia Política, profesor titular, Universidad de Talca-Campus Santiago.

Es evidente que Matthei ha perdido terreno en la carrera presidencial. En poco más de un mes sus apoyos retrocedieron a la mitad. En la reciente CADEM, de hecho, marcó solo 12%, muy lejos de Jara con 26% y Kast con 22%, aunque en la pregunta cerrada su distancia con el líder Republicano es de solo 4 puntos.

Las causas de este deterioro son múltiples. Una de ellas fue la aprobación de la reforma previsional, un hito importante para el país, pero que trajo tres efectos: Primero, Jara se transformó en una inesperada heroína. Segundo, Kaiser rompió relaciones con Chile Vamos y empezó a correr por la libre. Tercero, Kast salió a marcar la diferencia entre una derecha que negocia con la izquierda, y otra que defiende a muerte sus principios fundacionales.

A esto se añaden fuertes problemas en el diseño de la campaña, partiendo por la definición de once voceros. ¿Qué hacer ahora?, ¿está todo perdido? En esta columna intento responder tales preguntas sobre la base de cinco argumentos.

Primero, Matthei debe entender, de una vez por todas, que la confrontación con Kast es necesaria e inevitable. Kast, hasta ahora, ha hecho campaña sin obstáculo alguno. A Kast hay que llevarlo a la discusión de cifras y evitar el debate basado en cualquier tipo de slogan. Es muy fácil proponer expulsar a miles de migrantes y construir nuevas cárceles. ¿Cómo se consiguen estos objetivos?, ¿cuánto cuesta?, ¿cuáles son los efectos esperados?

Luego de eso, surge otra dimensión. ¿Efectivamente Kast es garantía de mano dura o es garantía de un fuerte conflicto social?, ¿estará tranquila la calle con Kast en La Moneda?, ¿es llegar y sacar a los militares para imponer el orden público? Son preguntas que la candidata de Chile Vamos debiese responder.

Segundo, Matthei ha destacado, por fin, la dimensión de género. Al frente tiene un candidato que propuso eliminar el ministerio de la Mujer, otro que dudó del voto femenino como un avance para la democracia, y un tercero que tuvo un conflicto por el no pago de pensión alimenticia. Matthei debiese tener muy en cuenta que las mujeres votan más que los hombres, incluso con el voto obligatorio. 

Además, si bien algunos creen que este tipo de asuntos son irrelevantes para las mujeres de derecha, no hay que olvidar que Matthei también apunta a los electores que no se identifican en el eje ideológico y que, por cierto, son la mayoría. El fichaje de Paula Daza va en esa dirección.

Tercero, Matthei debiese acelerar su trabajo territorial. No le puede suceder lo mismo que a Carolina Tohá, con un Socialismo Democrático que quintuplicaba al Frente Amplio y sextuplicaba al PC-AH en contingente de representantes locales, sumando gobernadores, alcaldes, concejales y consejeros regionales.

Chile Vamos tiene 6 gobernadores, 122 de los 345 alcaldes (que gobiernan casi al 40% de los chilenos), 838 de los 2256 concejales, y 96 de los 302 CORES. ¿Y Republicanos más el Partido Social Cristiano? Ningún gobernador, 9 alcaldes, 258 concejales, y 66 CORES. En simple, y considerando todos estos representantes locales electos recientemente, Chile Vamos triplica a Republicanos y el PSC. Evidentemente, esta fuerza territorial no es sinónimo de endoso automático al candidato presidencial, pero al menos debiese marcar alguna diferencia.

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Cuarto, Matthei es extremadamente débil en redes sociales. Kast sube videos con propuestas de todo tipo. Es un bombardero. Chile Vamos se mueve a la velocidad de una tortuga, sin considerar que previo a 2021 eran los candidatos de los partidos más grandes los que se comían a los más chicos, pero que hoy son los candidatos más rápidos los que se comen a los más lentos.

En materia de pensiones, por ejemplo, Matthei debiese subrayar que alza de las mismas, especialmente para los grupos más vulnerables, fue gracias a la capacidad de llegar a acuerdos con el gobierno bajo su liderazgo. Si bien es cierto que esta negociación entre Chile Vamos y Boric benefició a Kaiser y a Kast, ahora la tarea es revertir eso, mostrando que, en el corto plazo, los acuerdos entre gobierno y oposición terminan por beneficiar a los ciudadanos.

Quinto, Matthei debiese plantear algo simple, pero que a veces cuesta entender: Chile no puede ser obligado, nuevamente, a elegir entre extremos. Es cierto que la rabia conduce a respaldar a candidatos intensos y que aparentemente tienen solución para todo, pero el rol de una candidata moderada es, justamente, hacer ver que ese no siempre es el camino adecuado. Para conseguir este objetivo, Matthei debiese escoger bien a sus voceros en materia económica, migratoria y de seguridad pública. Los equipos marcan la diferencia.

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