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Columna de Mauricio Morales: "¡Hazte respetar!"

Por Mauricio Morales, doctor en Ciencia Política, profesor titular, Universidad de Talca-Campus Santiago.

Resulta increíble y decepcionante la forma en que la antigua Concertación ha reaccionado ante la campaña del Frente Amplio (FA) y su candidato presidencial, Gonzalo Winter.

En su franja electoral, Winter no ha escatimado recursos para colocar en el mismo plano a Pinochet y figuras de la coalición más exitosa en la historia de Chile, la Concertación de Partidos por la Democracia.

Sin embargo, de poco sirve tener este antecedente si ni sus propios líderes se hacen respetar como corresponde. Es más, Winter le bajó el perfil a la situación, mientras que el equipo de Carolina Tohá ha reaccionado tibiamente al ataque.

Al parecer, como en su minuto planteó el diputado Raúl Soto, el FA ha conseguido domesticar al Socialismo Democrático (SD). Lo ha hecho con una habilidad notable. Cuando perdieron el plebiscito constitucional de 2022, no hicieron más que olvidar provisoriamente su reconocida crítica a los 30 años de democracia, invitando al SD a participar más activamente del gobierno.

Para el FA, es el SD el que debe estar agradecido, pues le dieron espacio para incorporar su militancia en los aparatos burocráticos del Estado. Dicho de otra forma, el FA le dio pega al SD, y ahora corresponde volver a la competencia política y electoral. Todo esto demuestra que el objetivo original del FA sigue en pie: reemplazar y destruir lo poco que queda de la Concertación para conseguir un espacio hegemónico en la centroizquierda.

La tarea del FA ha sido sencilla. El enemigo está totalmente sometido. Es cosa de mirar el gabinete y los militantes del SD que ostentan importantes cargos públicos y atractivos sueldos. Si esto se tratara de una cuestión de honor, hace rato que el SD hubiese dejado el gobierno. Como no lo ha hecho, entonces el FA, legítimamente, siente que tiene todo bajo control.

Pero la cosa no termina ahí. La etapa que viene es la destrucción definitiva. Para eso es muy importante derrotar a Tohá en la primaria del 29 de junio. Da lo mismo si el vencedor es Winter o Jara, pues el FA sabe que la presidencial de noviembre está perdida. Si Tohá llega segunda en la primaria- mejor aún si arriba en el tercer lugar- el FA habrá enterrado no a la antigua Concertación, sino que a la denominada “generación perdida” de la centroizquierda a la que también pertenecieron Claudio Orrego- fuertemente cuestionado por eventuales casos de corrupción- y Álvaro Elizalde, flamante ministro del Interior.

Este es el momento para que el FA deje en el pasado a esa exitosa coalición noventera. La mesa está servida. Muy probablemente, en noviembre la DC dé su último suspiro y los partidos del SD apenas sumen un 15%, quedando en condiciones electorales paupérrimas para enfrentar lo que viene.

En un gobierno de derecha, el FA se hará más fuerte tanto en el Congreso como en la calle. Tendrá a Boric con ganas de competir para las presidenciales de 2029, y si eso no resulta, tienen a Vodanovic listo para asumir el desafío.

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Hábilmente, entonces, el FA ha ido construyendo las condiciones internas para una rotación generacional virtuosa que, dicho sea de paso, le ha permitido gobernar municipios grandes como Maipú, Viña del Mar, Valparaíso, Peñalolén, y Valdivia, entre otros, pudiendo adicionar Puente Alto dada la cercanía del actual alcalde con el FA, más Estación Central y Quilicura.

¿Y qué pasa con la idea de una gran coalición de centroizquierda junto el PS, PPD, PR, y PL? Pamplinas. Eso se justificó para una situación de emergencia post-plebiscito de 2022. Ahora corresponde retomar el camino e insistir por la estrategia del cambio estructural, lo que conduce a una revalorización del estallido social de 2019 y, seguramente, a reclamar por una nueva Constitución.

Es cierto que los partidos antiguos- especialmente el PS- sostuvieron la estantería durante estos cuatro años de gobierno, pero con ese aprendizaje de por medio, el FA percibe que puede liderar autónomamente el proceso político que se avecina, sin perjuicio de mantener buenas relaciones con el PC. Pero de la Concertación, nada. Eso hay que enterrarlo de una vez y para siempre. ¿Y un funeral digno? Tampoco. Esto es política, no una terapia grupal.

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