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Diario de uno de los primeros infectados de coronavirus en Portugal: "Mi relación con Dios se había enfriado"

  • Por Meganoticias

¿Qué pasó?

Una de las primeras víctimas de coronavirus en Portugal sobrevivió para contar su historia. Se trató de un hombre de 45 años que realizó un viaje a Madrid cuando apenas se registraban 13 casos en España.

Su testimonio revela lo fácil que es contagiarse y contagiar el virus, los miedos que sintió durante la infección y cómo cambió su vida aunque sigue siendo testigo de un flagelo que continúa expandiéndose.

En Portugal, la Dirección General de Salud informó que hasta la mañana de este viernes hay un total de 4.268 infectados y 76 fallecidos, todo, mientras las autoridades hacen esfuerzos por contener los efectos catastróficos que se viven en Italia y su vecina España.

La historia

En febrero, un gerente de empresas portugués planificó un viaje familiar a Madrid, España, para asistir como todos los años, a la feria de arte contemporáneo ARCO. Esta vez, viajaba con su esposa, hijos, tíos, primos y amigos sin imaginar que lo que se escuchaba sobre el coronavirus en China le iba a tocar tan directamente.

“No pensé que fuera un riesgo", confesó el hombre, que pidió no hacer público su nombre, en esta historia que reproduce el Diario de Noticias de Portugal

"¿Qué tan probable sería encontrarnos con alguien infectado? Había tan pocos ...”, recuerda. Para entonces, sólo quiso protegerse usando alcohol y como el ambiente se veía muy normal, le parecía exagerado usar mascarillas.

“Madrid permaneció tan exuberante como siempre. Las galerías de arte en las diversas exposiciones que visitamos continuaron como si nada sucediera y, en el fondo, nadie podía imaginar que un enemigo invisible se estaba extendiendo entre todos, en un entorno internacional ideal para su expansión implacable”, recuerda.

El sobreviviente contaba que en instantes todo pareció una película sobre epidemias, donde todos se contagiaban sin saber la tragedia que sucedería después.

“No sabía, cuando regresé a Portugal el 1 de marzo, que mi cuerpo ya estaba luchando contra el virus”, añadió.

Los síntomas: No presté atención

“Tuve los primeros síntomas el viernes 6 de marzo, pero no presté atención. Un poco de resfriado al final de la tarde, típico de un resfriado o la gripe que viene”.

Pasaron 24 horas y lo que parecía una resfrío se convirtió en un malestar tan fuerte que sumó fiebre, tos y un cansancio extraño.

“Pero, por sorprendente que parezca, al día siguiente me sentí mucho mejor. Incluso, pensé en ir al gimnasio. Lo cual, afortunadamente, no hice”.

“Ese día, mis dos hijos más pequeños se quedaron en la cama. Fiebre baja y cansancio, pero nada que pueda darnos a entender que esta era una enfermedad nueva y grave que se anunciaba”.

Un tío con neumonía

Luego de estos síntomas, el hombre recibió la alarmante noticia que su tío, que había viajado con él a Madrid, tuvo que ser hospitalizado con neumonía y era un caso sospechoso de Covid-19.

“¿Cómo fue posible tan mala suerte?”. Aunque el hombre se sentía mal y sospechaba estar enfermo, asistió a su empresa para activar un plan de contingencia frente al Covid 19.

Durante esa reunión, recibió una llamada de emergencia. Su tío era, oficialmente, el primer caso confirmado de coronavirus en Portugal, ya estaba conectado a un ventilador y su futuro era incierto (el tío actualmente está recuperándose).

“Advertí a las otras personas de la compañía y me fui a casa de inmediato. Fue solo cuando estaba dentro del UBER que me di cuenta de que tal vez también infectaría al conductor y a los pasajeros después de mí, pero ya era demasiado tarde para salir del automóvil”.

Era inminente que tenía que hacerse la prueba, pero en esa etapa prematura de la pandemia en su país, el hombre llamó a los servicios de salud para solicitarla, pero consideraban que no había necesidad de hacerla.

“Mi gran preocupación era pensar que debido a mí, habría personas que se infectarían y que a su vez infectarían a otros, con consecuencias potencialmente mortales”.

Por su insistencia, accedieron a hacerle el test en un hospital de Lisboa. “Entré y me encontré con algo que solo había visto en las películas: 4 ó 5 médicos y enfermeras vestidos con trajes, guantes, máscara, anteojos y visera, y me recibieron con el mismo cuidado que si tuviera Ébola”.

Luego recordó: “Aparentemente, debo haber sido uno de los primeros en hacer la prueba allí, porque claramente estaban revisando los procedimientos y todos tenían bastante miedo. Me metieron en una habitación pequeña mientras decidían quién iba a entrar”.

Había miedo

Durante la espera por atención, escuchó que una hora antes que el hombre llegara había estado una mujer holandesa que tosía tanto que no sabían qué hacer.

De inmediato pensó que fue una mala idea ir al hospital pues, con seguridad, por lo que acababa de escuchar, iba a salir infectado, pero ya era tarde. Un médico, al que calificó de valiente, entró y le tomó muestras de la nariz y garganta.

“Regresé a casa y, mientras esperaba los resultados, pasaron por mi cabeza los últimos días y vi, como en una película de terror, con quién almorcé, con quién había hablado, a dónde había ido...”

Como sospechaba, al día siguiente era un hecho. Dio positivo para coronavirus y fue ingresado. Para ese momento era uno de los 41 infectados en Portugal.

“Cuando llegué al hospital, otro médico fantástico vino a verme. También estaba totalmente equipado de pies a cabeza, me explicó que me quedaría en la habitación aislada y que minimizarían la cantidad de visitas a la habitación, solo dos, para entregar comida y limpiarla”.

“Me tomó dos jeringas de sangre para analizarlas, me enseñó cómo medir mi propia tensión y temperatura, cómo ponerme un medidor de oxígeno en la sangre en el dedo y me explicó que tendría que hacerlo varias veces al día”.

Durante ese tiempo hizo un ejercicio muy prudente: Hacer una lista de todas las personas con las que había tenido contacto, pues corrían el riesgo de haberse contagiado.

“Lleno de sentimientos de culpa, llamé a cada una de las personas con las que había estado la semana anterior para alertarles sobre la situación. Uno había organizado una fiesta de cumpleaños con amigos y familiares, incluidos sus abuelos”.

“Otra había ido con su hermana a recibir tratamientos contra el cáncer en el hospital. Otro, la mujer se está recuperando del cáncer, entre otros. El escenario no fue simple. Pero afortunadamente, todos estaban extremadamente tranquilos y comprensivos”.

Eran momentos de reflexión y una prueba de fe inevitable. “Soy profundamente católico y durante toda mi vida tuve la suerte de haber tenido alguna prueba de la existencia de Dios, pero siempre es difícil entender sus planes y su justicia cuando algo así se acerca y nos toca tan cerca”.

“Pero confieso que, durante unos días, mi relación con Dios se había enfriado... por un lado, no podía aceptar la desgracia de haber sido yo y tantas personas cercanas a mí …”

“¿Qué pueden hacer los seres humanos cuando no hay nada que hacer? Solo rezar y cree que los milagros suceden ...”, reflexionó.

De vuelta a casa

Por suerte, nuevos exámenes no revelaron neumonía, así que fue enviado a casa. “Estaba aislado en mi habitación, lejos de mi familia, de mi esposa. Esta ha sido una prueba fantástica de amor, y no es sorprendente que ella tenga que ocuparse de todo por su cuenta y aún así llevar la comida a mi puerta: inventamos un plan, toca la bandeja por un lado y yo por el otro”.

De esta forma, en casa con medidas extremas de seguridad, logró recuperarse sin otros familiares complicados por la enfermedad.

Sin embargo, pensar en los más vulnerables ha sido una preocupación constante, sobre todo tomando en cuenta cómo afectará el coronavirus a la economía.

“Cualquier persona lúcida se da cuenta de que ser el 99.9% del tejido empresarial de las PYME, con márgenes de beneficio residuales en el tiempo normal, sin ingresos, morirá en 2 ó 3 meses, si es así. Y no hay mucho que los dueños de negocios o el gobierno puedan hacer al respecto, ya que actualmente no hay otra alternativa”, reflexionó.

Superado el virus en su cuerpo, su testimonio permite saber cómo cambiará su visión del mundo cuando el tsunami del Covid-19 pase en este 2020.