Argentino llevó las recetas de sus abuelas a EEEUU y ahora factura casi 2 millones de dólares al año
Desde muy joven Germán Lucarelli se inspiró en sus abuelas y en la forma de cocinar de cada una de ellas. Mucho le enseñaron del rubro y la pasión que hay que ponerle a cada plato que se hace. Sin embargo, ser chef jamás fue su primera opción.
“María Elena era mi abuela paterna, argentina, pero con raíces italianas. Sus recetas inundaban la cocina de olores, a veces llegaban hasta la vereda. Hacía tortas y las vendía en la vereda de casa. Elena, la madre de mi mamá, era costurera, aunque hacía los mejores guisos y pollo a la sal que comí”, recuerda el chef argentino de 47 años de edad.
El amor por la comida
Germán jamás estudió nada relacionado a la cocina, de hecho, en esa época no existía esa carrera y, si hubiese existido, tampoco estaba en sus planes: “Terminé el colegio, me fui a vivir con mis tíos a Belgrano y comencé a estudiar Arquitectura en la Universidad de Buenos Aires”, reveló a Infobae.
Mientras estudiaba, realizaba labores para ganar dinero extra: “Trabajé de lavacopas en un restaurante de Belgrano: Riazzoli. Me enamoré de ese mundo, era donde me había criado. Al poco tiempo, tenía cada vez más responsabilidades. Ahí me surgieron las dudas y tuve un replanteo de mi vocación. Antes de empezar tercer año de la facultad, dejé todo para vivir de lo que me hacía feliz: cocinar para otros”, rememora el argentino.

A pesar que era una decisión que lo hacía feliz, no fue sencillo decirle a sus familiares lo que estaba ocurriendo: ”Mis tíos me pidieron que me fuera de la casa, porque ya no tenía sentido seguir viviendo con ellos si no iba a capacitarme”, confesó.
Pero esto no fue lo único complejo en el proceso: “Recuerdo que mi tía Ana me dijo: ‘¿Cómo vas a ser cocinero? ¿Querés pasar toda la vida preparando milanesas con papas fritas?’. Les sonreí y les dije: ‘Sí, ¡porque van a ser las mejores!’”, relató.
Inicio de una nueva aventura
Un objetivo claro tenía Germán en su mente y es por eso que de inmediato se mudó al microcentro porteño de Argentina para comenzar a trabajar en sus sueños: “Me alquilé una habitación en una pensión. Para mantenerme hice delivery en distintas cadenas de comidas rápidas y restaurantes. De a poco, me iba metiendo en el oficio heredado”.
Esa experiencia lo llevó a recorrer parte del mundo. Estuvo en Asunción, Estambul, Marbella, París y Londres hasta llegar a los Estados Unidos. “Tuve los mejores mentores, grandes maestros como el Gato Dumas y Martín Berasategui, ganador de varias estrellas Michelin, entre otros”.
Se radicó en Estados Unidos
Con 34 años de edad, Lucarelli viajó a Miami sin hablar inglés. Solo tenía una maleta y 600 dólares y fue así como comenzó esta aventura que cambió su vida para siempre.
“Después de tantas experiencias internacionales, de la mano de reconocidos chefs, mi amigo y socio Sante Calandri me incentivó a lanzarme solo. ‘Es hora de que tengas tu propio lugar’, me insistió”, fue entonces cuando inauguró The Ports of Italy, de pasta artesanal, su primer restaurante.
La popularidad de su comida fue tal, que los mismos clientes le pidieron abrir un local de comida argentina: “Todos los viernes hacía ojo de bife con chimichurri, me decían que tenía que abrir algo argentino. Busqué un espacio, y me lancé con The Lost Fire BBQ, Patagonian Grill”.

Luego de soñar, esforzarse y lograr sus metas, Germán trabaja con lo que más le hace feliz: La cocina. Fueron las recetas de sus abuelas y la influencia de ambas quienes lo llevaron a convertirse en el cocinero que es hoy. Según comentó en el mismo medio, actualmente factura alrededor de 1.7 millones de dólares al año.