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Columna de Mauricio Morales: "Kast y Matthei en cámara lenta"

Por Mauricio Morales, doctor en Ciencia Política, profesor titular, Universidad de Talca-Campus Santiago.

Parte de las encuestas de este fin de semana muestran un avance lento de Evelyn Matthei y un acortamiento de la brecha electoral con José Antonio Kast. La encuesta Panel Ciudadano-UDD indica, eso sí, que Kast mantiene el primer lugar con un 25%, seguido de Jeannette Jara con 23%, y Matthei con 17%.

La encuesta Criteria, en tanto, arroja resultados distintos, pero que avanzan en la misma dirección. Según este estudio, el primer lugar es para Jara con 29%, seguida de Kast con 25% y Matthei con 16%. Finalmente, la encuesta Cadem ubica a Jara en el primer lugar con 26%, seguida de Kast con 24% y Matthei con 16%.

Estos resultados muestran dos cosas. Primero, un agotamiento, desgaste o, más bien, una fatiga electoral por parte de los punteros. Jara parece estacionada en cifras que promedian cerca de 27%, mientras que Kast bordea el 25%. La diferencia de Kast con Matthei es de cerca de 8 puntos, lejos de los 18 que hubo en la medición de Cadem del 1 de agosto. Estos resultados conducen a dos preguntas. La primera es si Kast efectivamente está retrocediendo, o si sus variaciones de apoyo están dentro del error muestral de cada encuesta. La segunda, es si el alza de Matthei le alcanzará para timbrar su boleto a la segunda vuelta.

Resulta más o menos claro que tanto Jara como Kast ya llegaron a su techo y que, por ahora, solo resta conocer su piso. Al parecer, y de acuerdo con las cifras entregadas por las distintas encuestas, ese piso tiende a ser más estable en Jara y algo más móvil en Kast. Dado que Jara es la candidata única de la centroizquierda, registra una base de apoyo más identificable. Basta mencionar, como lo he hecho en columnas anteriores, que su bloque político tiene la mitad de las gobernaciones regionales, que sus alcaldes gobiernan al 38% de los chilenos, que en concejales sus partidos alcanzaron un 41% de los votos, y que de los 2256 escaños en competencia (concejales), su coalición se quedó con el 45.6%.

De hecho, si examinamos en detalle estos datos, Jara aún está muy por debajo del desempeño promedio de su pacto en las recientes elecciones locales. Kast, por su parte, comienza a dar señales de agotamiento que pueden ser muy naturales. En principio, apareció como un candidato disruptivo que venía a imponer el orden. Luego, aprovechó hábilmente el hito de la aprobación de la reforma previsional, dejando a Kaiser como el gran justiciero que denunció el acuerdo entre Chile Vamos y el gobierno, para posteriormente adueñarse del desencanto que produjo este hito en el votante de derecha. Sin embargo, se obsesionó con Boric y su gabinete.

Ante cualquier pregunta que se le formula sobre el tema que sea, Kast arremete contra alguien del ejecutivo, lo que impide conocer en detalle sus propuestas. A estas alturas, los votantes ya saben que Kast representa a la oposición, por lo que parece redundante insistir en el punto. Lo peligroso es que puede saturar, incluso, a sus propios electores. A lo mejor, esto explica por qué Kast pasó de una intención de voto cercana al 30%, a marcar un 25%, aproximadamente.

Matthei, en tanto, ya está ordenando su campaña. Pasó de las multivocerías a puntos de prensa más específicos y acotados. Al igual que Jara, tiene a su favor un contingente territorial ampliamente superior al de Kast. Si bien estuvo al borde de caer cuando la encuesta Cadem del 1 de agosto le dio tan solo un 11%, logró una rápida recuperación, lo que ha favorecido la confianza en sus equipos, desincentivando además la siempre molesta fuga de líderes o personeros de su pacto hacia el comando de Kast.

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Su ascenso, de todos modos, aún es insuficiente, pues se encuentra a 8 puntos de Kast según la reciente Cadem. Sin embargo, quedan 55 días para la elección presidencial. Si quiere pillar a Kast necesita que todos estos movimientos que parecen ser en cámara lenta se transformen en eventos claros y de gran diferenciación con la derecha más radical. Un documento al que debiese sacarle punta es el reciente informe del Banco Central en que se manifiesta la preocupación por el efecto de las 40 horas y del salario mínimo sobre el desempleo.

Matthei debe entender que los electores no son siempre unidimensionales. Es decir, que si bien la principal preocupación es la delincuencia, de poco sirve enfrentarla si no existe un plan económico que garantice mejores condiciones de vida para los ciudadanos. Por eso mismo, llama poderosamente la atención que, a pesar de las capacidades de sus equipos, aún no aparezca el futuro ministro de Hacienda como un vocero clave. Si la idea es transmitir optimismo en medio de tanto malestar, desazón y virulencia entre los candidatos, hay que partir por generar certidumbre tanto en el mercado y como en los votantes respecto a quién estará a cargo de las finanzas públicas y del monitoreo de la generación de empleo.

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