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Columna de Mauricio Morales: "Anteojeras para el gobierno"

Por Mauricio Morales, doctor en Ciencia Política, profesor titular, Universidad de Talca-Campus Santiago.

El gobierno del Presidente Boric tiene un problema estructural. En lugar de mirar hacia adelante, mira hacia atrás o hacia afuera. Como si la situación del país no fuese delicada, prefiere discutir sobre el pasado o sobre países que viven un conflicto interno o externo. Así sucedió, por ejemplo, con la conmemoración de los 50 años del golpe de Estado, o con la reivindicación de ideologías fracasadas que se intentan mantener a flote inútilmente.

Al mismo tiempo, el gobierno se ha ganado conflictos con Israel y Venezuela, los que han tenido una fuerte repercusión interna. Nadie discute que hacer referencia al pasado o a situaciones difíciles que enfrentan otros países no sean dignas de debate. Todo lo contrario. Es sano enfrentar aquello, especialmente en un país que aún tiene en su memoria la tragedia de septiembre de 1973, y que ve con preocupación el debilitamiento de otras democracias de la región.

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El problema es que parte del gobierno y sus partidos prefieren trasladar la agenda hacia esos asuntos, en circunstancias de que lo más relevante hoy es resolver las múltiples crisis que azotan al país. Son dramáticos los esfuerzos que hacen, entre otros, Carolina Tohá, Manuel Monsalve y Mario Marcel para enfrentar el desafío del crimen organizado y de la desaceleración económica. No obstante, los pequeños logros que alcanzan en sus respectivas carteras generalmente son opacados por una declaración desafortunada de algún diputado, o por un mensaje del Presidente en las redes sociales. En esas condiciones, se hace muy difícil avanzar.

La única oportunidad en que el gobierno miró hacia adelante, se equivocó. Esto ocurrió con el primer proceso constitucional. Colocando todo el capital político del Presidente al servicio del Apruebo y con el gabinete dedicado casi exclusivamente a ganar el plebiscito, el gobierno sufrió una derrota decisiva e inesperada. Decisiva porque el entonces ministro Jackson sostenía que la implementación del programa de gobierno dependía del triunfo del Apruebo. Inesperada porque a pesar de que las encuestas anticipaban un triunfo del Rechazo, el gobierno confiaba en revertir el resultado, idea que cobró más fuerza producto del masivo cierre de campaña de su opción electoral.

La historia ya es conocida. El gobierno quedó herido y sin relato. De ahí en adelante, nunca más hubo una mirada de futuro para el país, y la situación política y económica siguió empeorando, llevando al Presidente a niveles de aprobación por debajo del 30%.

 

 

La coalición se reorganizó, entregando el poder a los vilipendiados partidos tradicionales que protagonizaron los famosos 30 años. Nada quedó de la pujante generación política estudiantil que despuntó en 2011 con sucesivas marchas que hicieron tambalear al Presidente Piñera. Fundaron partidos, ganaron elecciones, pero todo se derrumbó. Revolución Democrática, Convergencia Social y Comunes van a desaparecer, fusionándose en una sola colectividad ante la certeza de un retroceso electoral para las municipales de este año y las nacionales del próximo.

Las cosas no van a mejorar sustantivamente este año, salvo que el gobierno comience a actuar con vocación de minoría. Ante el fracaso del proyecto político-ideológico de Apruebo Dignidad, solo queda sacar adelante la reforma fiscal y previsional. Para eso, la peregrinación a la casa de Evelyn Matthei -aunque algunos lo sientan como una humillación- es condición necesaria para romper por el lado de la oposición.

El gobierno sabe que no depende de sí mismo -registra solo un 27% de aprobación según CADEM- y que en caso de no inclinarse ante la líder de derecha, ellos serán los únicos perjudicados. Es en estos momentos en que el gobierno debiese poner a prueba el liderazgo de Matthei, y ella demostrar que es capaz de ayudar a sacar grandes acuerdos nacionales, distanciándose de una posición más dura e intransigente representada por José Antonio Kast.

En consecuencia, tanto el gobierno como Matthei tienen los mismos incentivos. Falta que alguno de ellos dé el primer paso para que este 2024 no termine como el año anterior, en que no pasó absolutamente nada. Para conseguir esto, el gobierno requiere de unas buenas anteojeras que le ayuden a colocar el foco en las batallas claves, sin mirar hacia atrás o hacia afuera, sino que solo hacia adelante.

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