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Columna de Mauricio Morales: Señores políticos, están avisados

Por Mauricio Morales, doctor en Ciencia Política, profesor titular, Universidad de Talca-Campus Santiago.

Hace rato que Chile rebasó la barrera de lo tolerable. Vamos de mal en peor, y mientras la clase política ni siquiera es capaz de llegar a consensos mínimos para resolver los problemas más urgentes, la ciudadanía comenzó a rutinizar los robos, portonazos, abordazos, sicariatos, asesinatos, secuestros, entre tantas otras cuestiones que no pasaban de ser la excepción hasta hace pocos años.

El deterioro de nuestra democracia es dramático, a lo que se suma el narcotráfico y el crimen organizado. Alguien dijo por ahí que nos parecíamos a México en los ’90, con carteles de la droga en proceso de consolidación y una elite política que solo ve pasar la tragedia ante sus ojos.

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La única medida ocurrente -y lo digo con ironía- es convocar al COSENA. Esto último, por el secuestro de un exmilitar venezolano a manos, presuntamente, de un grupo de extranjeros de la misma nacionalidad. La discusión, entonces, gira en torno a si el Presidente debe volver de sus vacaciones -ya interrumpidas producto de los incendios en la región de Valparaíso- para citar a este Consejo, pues estaría en riesgo la soberanía nacional.

Aún no conocemos con exactitud los hechos, pero si los políticos concentran el debate en torno a si el Presidente debe regresar a La Moneda, estamos liquidados. Más bien, estamos secuestrados por un grupo de ineptos de todos los colores ideológicos que no conoce la calle, no siente temor al salir de noche, jamás ha presenciado una encerrona, y solo ha visto los portonazos por televisión.

Claro, este grupo vive en zonas acomodadas en que la seguridad abunda. Lo cómico es que cuando los resultados electorales le son desfavorables, se preguntan por qué la ciudadanía prefiere alternativas distintas. Solo un antecedente. En 2016 se eligieron 52 alcaldes como independientes fuera de pacto, y en 2021 la cifra más que se duplicó, alcanzando 105 cupos. Si en 2016 los alcaldes independientes gobernaban al 14.4% de la población, en 2021 el porcentaje se elevó a 25.4%. Por tanto, si esta elite partidista no reacciona a tiempo en medio de la crisis, los beneficiados serán los outsiders.

 

 

Señores políticos, están avisados. La ciudadanía ya se manifestó en las pasadas elecciones de alcaldes y podría suceder nuevamente lo mismo. Es decir, que los partidos sigan a la baja y que sean los líderes o caudillos locales quienes absorban la rabia y el justificado malestar de los votantes. La otra mala noticia para esta elite es que el voto será obligatorio. Si en 2021 votó solo el 43.41% con casi 6.5 millones de electores, en las elecciones de octubre estaremos en torno al 80% del padrón, lo que representa alrededor de 12 millones de votantes. ¿Qué harán los partidos? Colgarse del travesaño. Esto significa resistir el embate de los independientes mediante campañas mucho más caras, pues el público objetivo se duplicará.

¿De dónde salen los recursos? El espacio para la corrupción está abierto. Esos recursos pueden venir de privados que financien campañas de manera irregular, o de los propios municipios. Es decir, con recursos públicos. ¿Le parece conocida esa historia? En consecuencia, una medida adecuada para la democracia, como es el voto obligatorio, se podría transformar en un estímulo para la corrupción.

La presión sobre los incumbentes será de tal envergadura- dado el aumento del padrón electoral y la mayor competitividad en la elección- que no sería extraño que, en medio de la desesperación, extraigan recursos públicos para transferirlos a sus campañas electorales. Por otro lado, también existirá presión para los candidatos desafiantes, pues la incertidumbre que se abre con el voto obligatorio les hará sentir muy cerca la victoria, llevándolos a pasar el platillo por donde sea para conseguir recursos de campaña.

Así están las cosas. Cuesta encontrar una luz de esperanza en medio de un caos de esta envergadura. Puede que el resultado de las municipales nos sorprenda y que encontremos partidos revitalizados, pero eso es más voluntarismo que realidad.

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