Arturo y Alexis por un día: La historia detrás de la emotiva "pichanga" disputada en una escuela de Uganda
Por Oliver Rodríguez.
Luis Castillo ahorró durante cinco meses, todas las propinas que recibe en su trabajo en una estación de combustible para comprar indumentarias de Alexis Sánchez y Arturo Vidal, además de pelotas de cuero sintético.
Pero no eran para él, ni para sus hijos, amigos o familia.
Dichas camisetas serían usadas por niños que viven a miles de kilómetros de distancia. En otro país. En otro continente. En África. Específicamente Uganda.
“Camisetas de fútbol. Son fanáticos de Alexis Sánchez y Arturo Vidal”, le dijo a Luis, su compañero y amigo Einer Rubilar, creador de la fundación Begin Anew, cuando le preguntó qué podría llevarles a los niños de la escuela Sserina Community de Uganda, en el viaje que realizaría meses después.

“Los conocen por lo que le cuentan sus padres, lo que escuchan en las radios y las fotos que han visto, ya que no tienen televisión”, resume Castillo a AhoraNoticias.cl, quien abordaba el avión con el objetivo de contribuir con la fundación Begin Anew, de Rubilar, quienes se encontraban en el mencionado país, específicamente en el distrito de Masaka, construyendo pozos e iniciando la ampliación gradual de la escuela, la cual no cuenta con electricidad ni agua potable.
Antes de llegar a Uganda, Luis estuvo un día completo en Etiopía. Fue en ese lugar donde comenzó entrar en razón respecto del panorama social imperante: El hambre, la pobreza extrema, mas no espiritual. “No son calles, ni cuadras, son alamedas de gente pidiendo comida, aunque todos son muy alegres. Fue impactante”, resume. Dicha situación no cambiaría mayormente en su destino final.
TODO ES CANCHA
Como si ya supieran lo que había al interior del bolso de Luis, gran parte de los 160 alumnos Sserina Community se agolparon a su alrededor. Todos querían, al menos por un momento, ser Alexis o Vidal, pese a que, según relata el voluntario, ninguno ha visto cómo estos se mueven en la cancha.
Una vez repartidos los uniformes, se dio inicio al partido y, tras las instrucciones de su profesor, comenzó a rodar la pelota, la más blanca que ha circulado, al menos este año, en el patio de la escuela,. Todo ahí mismo, con un solo arco, esquivando a las niñas y los más pequeños, los vestidos de rojo jugaron su propia final.
Habitualmente, ante la brutal falta de recursos, los profesores del establecimiento fabrican balones a partir de cáscaras de plátano.
Esta escena -junto a otras tantas vividas en las tres semanas en las que estuvo en la escuela- remeció a Luis, tanto, que tenía que buscar un lugar donde desahogarse. “Son escenas fuertes, emotivas, tanto así que tenía que ir detrás de la escuela a llorar, es un tema muy potente”.
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