Columna de Mauricio Morales: "Nulos y blancos"

Por Mauricio Morales, doctor en Ciencia Política, profesor titular, Universidad de Talca-Campus Santiago.

Dado que la elección presidencial del domingo 14 de diciembre parece estar prácticamente definida, se ha instalado la idea de que en estos comicios existirá una porción histórica de votos nulos y blancos. Este pronóstico no tiene ninguna novedad. Dada la restitución del voto obligatorio, es seguro que el volumen de nulos y blancos aumentará ostensiblemente en comparación con elecciones anteriores.

De hecho, la primera vuelta presidencial ya marcó un hito en este sentido. En total, se emitieron 507.307 votos inválidos que representaron un 3.77%. En la primera vuelta de 1999 - con un régimen de inscripción voluntaria y voto obligatorio - los votos inválidos representaron un 2.97%, totalizando 216.456. En 2005, en tanto, los votos nulos y blancos sumaron 265.237 (3.68%), y en 2009, la última elección organizada bajo el mencionado régimen electoral, los votos inválidos alcanzaron 286.592, equivalentes al 3.95%.

En consecuencia, la cifra registrada para las recientes elecciones presidenciales en términos porcentuales no está tan lejos de comicios desarrollados bajo el régimen electoral más parecido al actual. Evidentemente, el monto superior a 500 mil votos inválidos resulta llamativo por su volumen, pero se explica por la instauración de un régimen de inscripción automática y voto obligatorio.

Por otro lado, en las elecciones organizadas con voto voluntario, y como era de esperarse, las cifras fueron significativamente inferiores. En promedio, para las elecciones de primera vuelta presidencial de 2013, 2017 y 2021, la votación inválida apenas representó un 1.47%. En 2021, por ejemplo, la sumatoria de nulos y blancos fue de 85.973, equivalentes al 1.21% del total de votos emitidos.

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En las segundas vueltas, en tanto, desde 1999 hasta 2009- con inscripción voluntaria y voto obligatorio- el promedio de votos inválidos fue de 2.76%, mientras que en las elecciones con voto voluntario - de 2013 hasta 2021 - apenas alcanzó un 1.39%. Estas cifras permiten contextualizar los resultados que se proyectan en materia de votación inválida para la segunda vuelta de 2025. Es seguro que tendremos un volumen de votos inválidos que fácilmente sobrepasará el millón, lo que se aproxima a un porcentaje de dos dígitos.

¿Qué nos diría un resultado de estas características? El voto inválido suele responder a dos factores. Primero, los errores que cometen los electores al votar. Segundo, una señal de protesta contra la oferta de candidatos que figura en la papeleta. En general, papeletas con un mayor número de candidatos producen un incremento en la votación inválida.

Cuando eso sucede, los electores deben asumir altos costos de información para reconocer a los candidatos y votar válidamente, cuestión que no todos hacen. Por eso mismo es que, por ejemplo, en las elecciones de Consejeros Regionales de 2024 hubo 3.378.721 votos inválidos que representaron un 25.78% mientras que en concejales la cifra fue de 2.775.985 equivalentes al 21.24%. Más baja fue la porción de votos nulos y blancos para cargos uninominales como alcaldes (10.71%) y gobernadores regionales (17.74%), en que los costos de información para los electores son más reducidos, considerando el menor número de candidatos en la papeleta.

Para la segunda vuelta de 2025, no obstante, hay otro factor adicional, que corresponde al eventual llamado del PDG a votar nulo. Sería la primera vez en la historia de Chile que una tercera fuerza política llame a emitir un voto de estas características, lo que podría empujar aún más la porción de votos inválidos. Guardando las proporciones, en Argentina y Bolivia en 2011 hubo convocatorias de importantes grupos políticos para votar nulo o blanco en protesta contra la elite, lo que finalmente se vio reflejado en las urnas.

Si el descontento de los chilenos con la clase política persiste y el PDG encabeza dichas acciones, entonces se hará sentir en la segunda vuelta a pesar de que su candidato haya quedado en el camino. Es cierto que los votos inválidos no alteran el resultado al momento de definir ganadores y perdedores, pues se descuentan de dicho cálculo. Sin embargo, el futuro presidente o presidenta de Chile deberá tomar nota, pues si el PDG es exitoso en su llamado, significa que no solo tendrá una voz respetable en el Congreso, sino que también habrá generado un vínculo de lealtad con sus votantes.

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