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"Allende versus Pinochet": Mauricio Morales y su analisis de los últimos resultados de la encuesta Cadem

¿Qué pasó?

El académico de la Universidad de Talca, Mauricio Morales, analizó los últimos resultados de la encuesta Cadem, en lo que respecta a la evaluación de gobiernos anteriores. "Allende versus Pinochet", tituló su columna.

El análisis de Morales

La reciente encuesta Cadem reportó un dato sorpresivo: Los chilenos evalúan mejor al gobierno de Augusto Pinochet (1973-1990) que al de Salvador Allende (1970-1973), estando casi empatado con la evaluación registrada hacia los gobiernos de Eduardo Frei Ruiz-Tagle (1994-2000) y Ricardo Lagos (2000-2006).

En mediciones anteriores, la porción de "allendistas" y "pinochetistas" era muy similar, pero ahora la gestión de Allende es evaluada positivamente solo por el 20%, cifra parecida a lo que obtuvo en la medición de 2020. El gobierno de Pinochet, en tanto, aumentó en 10 puntos su evaluación, pasando de 16% a 26%.

Esta es una señal de alerta. Nunca es sano que un régimen autoritario sea mejor valorado que un gobierno democrático. Es cierto que la gestión de Allende fue desastrosa desde todo punto de vista, profundizando las odiosidades que en Chile se venían anidando desde fines de la década del 50’. En el marco de un país intoxicado por proyectos políticos excluyentes, la Unidad Popular quiso imponer un modelo de desarrollo que trajo más conflictos que consensos. No hubo posibilidad de acuerdo con otras fuerzas políticas, incluida la Democracia Cristiana.

 

Allende -por cierto- no fue el único responsable, pero claramente contribuyó a generar ese clima que tuvo como punto cúlmine un quiebre institucional de proporciones. Basta recordar que producido el triunfo de Eduardo Frei Montalva en 1964, el Partido Socialista declaró que a ese gobierno se le negaría la sal y el agua. Como en la vida todo se devuelve -y con particular rudeza en política- el gobierno de Allende tropezaría una y otra vez tanto con los sectores más hostiles de oposición, como con los partidos más radicales de su propia coalición.

Lo que vino después es historia conocida. El cruento golpe de estado de 1973 trajo consigo violaciones a los derechos humanos y restricción absoluta de las libertades.

El régimen de Pinochet fue el más violento de América Latina, con órganos de seguridad destinados a eliminar compatriotas por el solo hecho de pensar distinto. Fue una dictadura feroz. ¿Por qué, entonces, más de un cuarto de los encuestados evalúa positivamente un régimen de estas características?

El argumento más recurrente para responder esta pregunta es que Chile está polarizado. Por tanto, al existir una suerte de vacío en el centro, las posturas han comenzado a radicalizarse, tanto así que en la segunda vuelta presidencial de 2021 un candidato de la extrema derecha obtuvo el 44%, siendo derrotado por un candidato de la izquierda dura. No obstante, si bien es una hipótesis plausible, es claramente insuficiente para explicar este resultado.

La última encuesta del CEP mostró un deterioro en los apoyos a la democracia, a lo que se suma una enorme crisis de orden público y de vigencia del estado de derecho. La gente demanda mano dura y, muchas veces, confunde mano dura con regímenes no democráticos. Además, advierte que parte de la élite de izquierda no tuvo un compromiso real con el orden público. Más bien, todo lo contrario, pues en medio del estallido social azuzó y aplaudió actos violentos. Entonces, es muy difícil creer que esa élite esté en condiciones de superar la crisis. De ahí que aparezca un clamor popular por restituir ese ansiado orden que cada vez parece ser más esquivo. En medio de la desesperación, comienzan a liberarse posiciones claramente autoritarias.

El fantasma de Pinochet sigue rondando. Se van a cumplir 50 años de la tragedia institucional más violenta de la que tengamos recuerdo. No estamos libres de estos espasmos autoritarios. La democracia se cuida. Jamás se puede llamar a quemarlo todo ni a justificar la violencia como forma de respuesta legítima, pues eso se paga caro.

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