Estos son los peligros de comerte las uñas

¿Qué pasó?

A la acción de morderse las uñas se le conoce como onicofagia y puede ser una verdadera adicción si no se corrige conscientemente.

Este hábito puede venir desde la infancia y prolongarse a lo largo de toda la vida. Factores como el miedo, la ansiedad, el estrés o la inseguridad pueden llevar a su práctica.

"La mayoría -de las personas que se comen las uñas- son rígidas, más obsesivas, perfeccionistas. Y ahí sí hay un pequeño patrón con la obsesividad, pero no es patológico", dice el psiquiatra español Carlos Díaz del Valle.

Esta etapa de cuarentena, con altas dosis de incertidumbre sobre cómo se saldrá de la zona de peligro ante el coronavirus, más personas están drenando sus preocupaciones con este hábito.

¿Qué puede suceder con quienes se comen las uñas?

Enfermedades gastrointestinales, infecciones frecuentes, heridas en la piel donde reposan las uñas y dolores en las puntas de los dedos son parte de los daños adicionales de la onicofagia, todo sin contar que en plena pandemia las manos y la boca son una vía segura de contagio.

Sin embargo, aunque la mascarilla mantiene a raya esta práctica, hay acciones progresivas para salir se este molesto 'pasatiempos' que deja las uñas en muy mal estado y deteriora el esmalte de los dientes.

Tener un chicle al alcance, imponerse metas para ver crecer las uñas, cambiar el patrón por otras acciones como leer, dibujar mandalas o hacer un trabajo manual ayudan.

"Cuanto mayor frecuencia, intensidad, duración y consecuencias tiene la conducta, más probable es que sea considerado un problema clínico o un comportamiento patológico”, alega Victor M.Torrado Oubiña, psicólogo clínico en el Complejo Hospitalario Universitario de La Coruña.

Oubiña considera mejor trabajar la causa que provoca este comportamiento repetitivo.