"Ni los huesos van a pillar de ustedes": Los detalles del macabro caso de secuestro, torturas y homicidio en Collipulli

Un equipo de Misión Encubierta habló con el único sobreviviente de un escalofriante episodio de secuestro, tortura y homicidio, vivido en La Araucanía en junio de este año.

Dos personas fueron secuestradas y torturadas por un grupo liderado por la mediática familia Ancalaf, relacionada con el antiguo vocero de la Coordinadora Arauco Malleco (CAM), Víctor Ancalaf.

De las víctimas, una pudo sobrevivir tras un peligroso escape, mientras que del cuerpo de la persona asesinada no quedó ningún resto que se haya podido recuperar hasta el día de hoy.

El caso

Este macabro caso comenzó el 2 de junio en la comunidad Choin Lafkenche de la familia Ancalaf, ubicada en un sector rural a 13 kilómetros de Collipulli. A ese lugar, específicamente, a la residencia de María Adela Ancalaf y su pareja, Héctor Ortiga Vásquez, fue trasladado Ernesto Alejandro Abello Marín, conocido como "Jani".

El hombre conocía hace varios años a esta familia, ya que muchas veces les trabajó como mecánico. Precisamente con la excusa de un trabajo fue que lo mandaron a llamar ese día, pero al llegar al lugar fue atacado brutalmente por un grupo de personas encapuchadas.

"Se acercaron como cinco o seis tipos y ahí me pegaron altiro el hachazo en la cabeza. Y cuando intenté arrancar uno me pegó con una escopeta en la cara y otro me dio una apuñalada en la pierna". A esto se sumaron golpes con una chueca en la cabeza, manos y testículos. "Lo único que me decían era 'Dime dónde están las cosas y vas a salir con vida'".

Asesinato de carabinero

La familia Ancalaf acusaba al "Jani" de haber robado cuatro armas de fuego y cerca de un kilo de marihuana que una semana antes habían escondido al interior del mismo predio. "Antes de eso habían matado a un Carabinero y después de eso se le perdieron esas armas y esas drogas".

Nueve días atrás, el lunes 24 de mayo el sargento Francisco Benavides García recibió un mortal disparo en su pecho cuando concurrió a un operativo policial. Parte de las investigaciones apuntaban a la familia Ancalaf, por lo estos decidieron ocultar las armas ante un posible allanamiento, pero cuando quisieron sacarla del escondite, ya no estaban.

"Esta gente produce plata por narcotráfico y muchas cosas más, las quemas y todas esas cosas que hacen. El Gobierno y todos están enterados de lo que está sucediendo... es algo grande y hay hartas personas involucradas", acusa el "Jani".

Involucrados

Dentro de los agresores la víctima pudo reconocer a los hijos de María Adela Ancalaf: Guillermo Ignacio Pérez Ancalaf, conocido como "Nacho"; Julieta Pérez Ancalaf, a quien la víctima sindica como la persona que lo habría golpeado con un hacha en la cabeza; también habría identificado a Ricardo José Luis Aránguiz, alias el "Richi", pareja de Julieta Pérez.

En el grupo también estaba Cristopher Jara Fuentealba, alías el "Goño". Este lideraba todas las decisiones que se llevan a cabo, y según las declaraciones de uno de los imputados, trabajaría directamente con María Ancalaf en la producción y venta de marihuana.

Según el testimonio de esa misma persona, hoy coimputada en la causa, es el mismo Cristopher Jara quien toma la decisión de llevar al "Jani" hacia un terreno de su propiedad.

Secuestro y torturas

"Cuando ya me estaba desplomando, me pescan y me suben a un auto, al maletero... sangrando, adentro de una bolsa iba... Iban a matarme, eso era lo único en que pensaba, que de esa no salía vivo", recuerda el "Jani".

En el terreno se construyó una improvisada ruca para mantener a la víctima secuestrada, la cual pese a su mal estado siguió siendo sometido a torturas que se prolongaron por una semana más. "Me tiraban agua caliente, me echaban brazas calientes en la boca. Me amarraban de las piernas y agarraban la chueca y nos pegaban en el pene, en los testículos... Todos los días había sufrimiento nuevo".

Cerca del lugar hay un río donde llevaban al hombre para ser torturarlo mediante ahogamiento en las denominadas "chinas". "Me agarraban de la cabeza, me hundían para abajo. Me tenían 10, 15 minutos abajo y me sacaban arriba. Mis pulmones no daban más ya".

A esas alturas el "Jani" ya tenía una profunda herida en su cabeza causada por el golpe del hacha, a esto se sumaba el corte de uno de los dedos de un pie, varias puñaladas y la acción de quemaduras por brazas y aplicación de corriente eléctrica.

El "Cacharra"

Al cuarto día de torturas, María Ancalaf visitó al hombre secuestrado señalándole que si no decía la verdad lo mataría. Esta le señaló que otro mecánico con el que había trabajado, el "Cacharra", lo había delatado, pero el "Jani" lo contradelata y señala que fue este último quien los había mandado a robar las armas.

Edgardo Mardones Beltrán, apodado "Cacharra", realizaba trabajos eléctricos para los Ancalaf. El día 8 de junio fue secuestrado por estos y se convirtió así en la segunda víctima, la única fatal, de este macabro caso.

Cuando el "Cacharra" llegó a la ruca del secuestro, las torturas no se dejaron esperar. "Julieta pesca un alicate y le empieza a sacar los dientes a Edgardo", recuerda el "Jani".

Posterior a esto, y ante la nula información que podían entregar los hombres, los secuestradores los desnudan, amarran y torturan con electricidad. "Pescan una batería con corriente y nos empiezan a dar golpes de corriente".

Las torturas continuaron por ochos días, jornadas en las que estuvieron amarrados de sus genitales. "Nos tenían amarrados de las manos, los pies y los testículos. Estaba en posición fetal hacia el lado derecho y Edgardo hacia el lado izquierdo. Amarraban nuestros testículos, los míos al de Edgardo, o sea, él se movía y nos tirábamos. Teníamos que estar en esa posición todo el rato", dice el sobreviviente.

A esa altura, debido a la gravedad de las torturas, los secuestradores ya no los podían liberar, porque esto sería una prueba para ser investigados. "Me decían los vamos a matar, los vamos a hacer desparecer, ni los huesos van a pillar de ustedes", recuerda el "Jani".

Escape y asesinato

Una noche en que los secuestradores tomaron alcohol por varias horas, el "Jani" logró liberarse y aprovechó la ocasión para escapar del lugar, pese a los peligros de estar rodeado de hombres fuertemente armados. Así el hombre se escondió entre los matorrales y se lanzó al río con aguas gélidas a eso de las 5 de la madrugada.

Tras salir en la otra orilla, el escape era dificultoso y el "Jani" se golpeó varias veces con árboles que no podía ver debido a sus lesiones. "Yo iba con esta herida en la cabeza, donde me pagaron el hachazo, tenía esta parte abierta... En la pierna, esta parte donde tengo la puñalada, tenía un hoyo hacia adentro y la sangre corría, el dedo abajo, el tendón cortado, prácticamente el dedo colgaba para abajo".

En medio del escape, con las luces de las linternas de los secuestradores a su siga, divisó una casa en donde un hombre de unos 70 años lo ayudó, le dio algunas prendas de vestir y le prestó un teléfono con el que pudo llamar a Carabineros. Estaba a salvo, pero su libertad fue la sentencia de muerte de el "Cacharra".

Tras darse cuenta del escape interrogaron a el "Cacharra", quien según los Ancalaf había dicho que él soltó a el "Jani". Por esta razón sus secuestradores lo mataron a golpes y luego trasladaron su cadáver a unos 25 kilómetros de la ruca. Allí realizaron una gran fogata para deshacerse del cuerpo del que no quedó ningún rastro, ya que previamente fue descuartizado y rociado con ácido.

Las repercusiones

Debido al trauma, el "Jani" se encuentra hasta el día de hoy bajo tratamiento psicológico, mientras que por otra parte la esposa e hija de el "Cacharra" debieron abandonar su casa por las amenazas de muerte y los ataques armados que sufrió la propiedad.

Pero lo peor fue la pérdida de su esposo y padre. "El escuchar todo eso que le hicieron el día de la audiencia fue muy duro, muy fuerte. Nunca pensé que le iban a hacer tanto daño a una persona que no podía defenderse", lamenta Paola Vera, esposa del hombre asesinado al que además le faltaba una pierna y que usaba un carro para poder desplazarse.

"No sé qué se les pasó por la cabeza a esas personas de hacer tanta maldad, ni siquiera nos dejaron un cuerpo por último para despedirnos" expresa su hija.

12 personas están formalizadas y en prisión preventiva debido a este caso que estremece al país. Se los acusa de los delitos de "porte de arma de fuego, secuestro y homicidio", lo que, para el fiscal regional de La Araucanía, Roberto Garrido, es solo un reflejo de lo que se vive en esa región.

"Creo que La Araucanía tiene el problema de seguridad pública más importante del país. El crimen organizado ha tenido un incremento importante en lo relativo a cultivo de marihuana, también al tráfico de municiones o de armas de fuego", explica Garrido.

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