Decía que su esposa lo había abandonado: La brutal historia del hombre que ocultó el asesinato de su mujer por 24 años

Nadie sospechaba de él, tampoco daba indicios del terrible secreto que guardaba. Sus hijos crecieron viviendo una brutal mentira, mientras que sus compañeros de trabajo jamás pensaron de lo que fue capaz de hacer a fines del siglo pasado.

Carlos Silva Mancilla fue protagonista de una historia que conmocionó a la ciudad de Osorno, región de Los Lagos. A mediados del año pasado, confesó que había asesinado a su esposa en 1998, manteniendo oculto el crimen a su familia durante 24 años.

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La verdad salió a la luz un año antes de que el femicida falleciera: a las 05:20 horas de la madrugada del pasado martes 26 de septiembre, murió en el Hospital de Osorno.

Una denuncia que no prosperó

Marisol Abello Mancilla tenía 31 años cuando murió a manos de su marido. Era madre de tres hijos y la quinta de nueve hermanos. Con su madre vendía flores y verduras en Puerto Montt, ciudad donde no se salvaba de los celos de su cónyuge.

El padre de la mujer, Carlos Abello, desconfiaba de su yerno y nunca creyó en las versiones que él le contaba a su familia. Fue así que en 2007, nueve años después de la desgracia, presentaron una denuncia que no prosperó como esperaban.

La hermana de Marisol, María Abello, afirmó que, escudándose en su condición de evangélico, el sujeto buscaba que otras personas declararan en contra de su esposa, porque supuestamente "ella se había ido con otro, que lo había abandonado y ahí quedaba la investigación".

 

Marisol tenía 31 años cuando fue asesinada por Carlos (Foto: Diario Sur)

 

"Ella se fue, nos abandonó"

En 1998, los tres hijos del matrimonio tenían cuatro, ocho y diez años de edad. El 13 de julio de aquel año, la pareja habría protagonizado una discusión que se descontroló, a tal punto de que el sujeto terminó asesinándola.

Cuando detalló el crimen a la Policía de Investigaciones (PDI) en 2022, aseguró que fue algo "circunstancial", pero María contó otra versión: "Se cegó por los celos, lo tenía todo programado. Él mismo dijo que lo había planificado cuatro días", contó, tras conocer el desenlace de su familiar.

 

En esta caballeriza estaba enterrado el cuerpo de la víctima (PDI)

 

Cometido el femicidio, lo siguiente que hizo Carlos fue ocultar el cadáver. En ese entonces se desempeñaba como obrero agrícola en un club de campo osornino, lugar al que llegó para enterrar el cuerpo de su fallecida esposa en una caballeriza.

Con los restos bajo tierra, creó una mentira que marcaron la infancia y adolescencia de sus tres hijos. Al ver que la madre no llegaba a casa, los pequeños comenzaron a preguntarle dónde estaba. La respuesta siempre fue la misma: "Ella se fue, nos abandonó".

La confesión del hombre

Los tres hermanos crecieron en un hogar marcado por la ausencia maternal. Con el paso de los años, la versión que les había contado su padre no les parecía tan convincente, pero tampoco sospechaban de las manos con sangre de su progenitor.

Por su parte, él intentó vivir una forzada normalidad en los años venideros, realizando obras en el predio agrícola donde estaba el cuerpo de Marisol. Un compañero de trabajo recordó las mentiras que les contaba acerca de su esposa.

 

La policía encontró el cadáver de Marisol, justo donde Carlos había dicho que estaba enterrado (PDI)

 

"Nunca pensamos lo que hizo. Siempre nos decía que la señora se iba para otro lado, para Temuco o Puerto Montt", relató un colega, agregando que "siempre andaba con mentiras. Les decía a sus hijos que su mamá se fue para otro lado".

Otro aspecto que caracterizaba a Silva Mancilla era la biblia que portaba bajo su brazo: "Cuando almorzábamos se ponía a leer la biblia, (nos decía) que nos portemos bien entre todos".

 

Imagen referencial (Freepik)

 

El tiempo transcurrió, hasta que en 2022 Carlos enfermó gravemente. Como la muerte lo estaba acechando, después de sufrir tres preinfartos y un accidente cerebrovascular que lo dejó con secuelas, decidió contarle la verdad a su hija menor, de entonces 28 años.

Jaime Quiroz, subprefecto jefe de la Brigada de Homicidios de la PDI en Osorno, detalló el momento en que supieron lo ocurrido: "Una mujer se acerca a nuestras dependencias, dando cuenta que su padre, de 65 años y que se encuentra muy delicado de salud, le confiesa que en 1998 había matado a su mujer y que luego la enterró".

La policía fue a entrevistar al autor confeso, quien entregó todos los pormenores del crimen. Con esos antecedentes, fueron a la caballeriza: "A un metro de profundidad encontramos osamentas humanas que corresponden a una persona. Había otros elementos asociados que nos hacen suponer que se trata del cuerpo de la señora fallecida", declaró el detective.

Perdonado antes de morir

Cuando conocieron la verdad, los tres hijos se vieron en un doloroso contexto: su padre estaba viviendo sus últimos meses de vida, pero también era el asesino de su madre y el responsable de que crecieran bajo una mentira.

En un momento, se negaron a cuidarlo: "Ninguno quiere volver a la casa, no se dio cuenta del daño y dolor que nos causó. Mató a nuestra madre como un animal", señaló Ruth Silva Abello, hija del matrimonio, en junio de 2022.

Una postura similar demostró esa vez José Silva Abello: "Vivimos una pesadilla de la cual queremos salir. Necesitamos ayuda para que se hagan cargo de él. Nos cuesta decirle 'papá' por todo lo que hizo".

Pese a la brutal historia, los tres hermanos fueron testigos del último suspiro de Carlos: "Estuvimos con él hasta la última, porque pese a todo lo que pasó, nos enseñó valores. Como papá fue bueno, un excelente abuelo... nadie está libre de cometer un error", afirmó Marisol Silva Abello, la tercera hija.

Carlos Silva Mancilla enfrentó la muerte, pero no la justicia por su responsabilidad en el crimen. Como el asesinato sucedió en un Chile en que regía el antiguo Código Penal, quedó impune judicialmente.

Denuncia

Si eres víctima o testigo de violencia hacia la mujer el fono de orientación dispuesto por el Servicio Nacional de la Mujer y la Equidad de Género (SernamEG) es el 1455.

El número se puede marcar tanto en teléfono fijo como en el celular y desde ahí brindan orientación para ayudar a víctimas de maltrato o te guían con los mecanismos para realizar una denuncia.

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