"La sociedad no está lista": Abogada desea convertirse en la primera jueza transgénero en Argentina

  • Por Reina Pereira

Cristina Monserrate Hendrickse es una abogada argentina que desea convertise en la primera jueza trans de su país. Sin embargo, no está muy segura de obtener el cargo porque, a su juicio, el país no está preparado para asumir un caso así.

"Creo que la sociedad no está lista para tener una jueza trans en un juzgado de familia. Tendría que definir con quién se queda un hijo luego de un divorcio, si se le da la adopción o no de un chiquito a una pareja. ¿Pensás que van a dejar esas decisiones en manos de una trava?", comentó para el diario La Nación de Argentina, resaltando que las posibilidades son casi nulas. 

La historia detrás de Cristina Monserate

En 1972, en ese entonces Cristian y su familia vivían en un departamento en Villa Urquiza. Su padre Alberto trabajaba en la telefónica de Entel y su madre, María Cecilia, en una compañía de seguros. Esto, además de ocuparse de sus tres hijos.

Rodolfo tenía 12 años, Patricio 11 y Cristián, el más chico, tenía 8. Durante su infancia los problemas con su madre fueron reiterativos y es que, en varias oportunidades él mostró su interés por la ropa femenina, además de esmaltar sus uñas y maquillarse, tal como veía que lo hacía su mamá.

Lo que más le preocupaba a ella era que Cristian no dejaba esa idea de convertise en niña. Se ponía sus calzones, pedía que le compraran vestidos y en algunas oportunidades se escondía bajo la mesa para pintar sus uñas con colores alegres que encontraba en la dispensa de la casa. 

El fútbol para Cristian era terrible, de hecho, nunca le gustó así que, en su tiempo libre prefería visitar a su abuela Teresa para jugar con ella a "las señoras". Con su abuela él se sentía libre porque ella lo dejaba hacer todo lo que quisiera. Le daba abanicos y esmaltes, pero retiraban toda la evidencia cuando llegaba el abuelo o la mamá. Así evitaban problemas.  

Mamá María en contra de todo

A pesar de los retos que su madre le daba cada vez que él buscaba vestirse de niña, sus deseos no se detuvieron. De los regaños que su madre le hacía él recuerda uno en particular: "¿Sabés lo que te va a pasar si te compro ese vestido, no? Si te ve la policía te mete preso. Y olvidate de tus hermanos, no te van a querer más. Tu papá tampoco, te aviso", palabras que recordó durante una entrevista con La Nación. 

Tras estos reclamos de amenaza, hubo una última vez que Cristian insistió. Todo ocurrió cuando él estaba en sexto grado y logró que su madre le comprara unos zapatos de taco. Aunque eran de hombre, a él le encantaban porque eran medianamente altos, con un poco de brillo y de punta ¡Un verdadero lujo!

Llegó contento y orgulloso al colegio luciendo su nuevo par, se puso al final de la fila -que se hacía por orden de tamaño- y recuerda que las burlas y la humillación hicieron que nadie le hablara ese día. Por esto, se fue del colegio llorando y nunca más quiso volver a vestirse de mujer. 

Salió el hombre que tanto María quería

Luego de culminar sus estudios de primaria, Cristian fue enviado al Liceo Militar General San Martín. Al comenzar sus clases allí, Cristian fue bastante rebelde y contestatario, por lo que una vez un director le dijo: "Hendrickse, no ponga su inteligencia al servicio del mal".

Solo bastaron cinco años para que Cristian se convirtiera en subteniente y, al terminar la escuela secundaria, en 1981, entró a estudiar a la Escuela Naval. Aunque la vida en el colegio le encantaba, tomó la decisión de dejar atrás los honores militares para emprender una carrera como abogado. 

Su familia estaba contenta porque llevaba las riendas de su vida muy productivamente. De hecho, también tuvo varias novias. Adriana Bouzada es de las que más recuerda por haber sido un amor pasional que duró cerca de 2 años. Después llegó Mariana, con quien convivió por más de 10 años y tuvo una hija en 1998 llamada Erika.

Diario La Nación 

Encontró el verdadero amor

Cuando la relación entre Mariana y él terminó, durante la crisis de Argentina en 2001, Cristian decidió irse a la Patagonia. Su primer destino fue El Hoyo, a 10 kilómetros de El Bolsón, donde el comienzo fue bastante complejo, ya que debió buscar trabajo, clientes y estabilizarse.

Pasaron algunos años y Cristian se adaptó y estabilizó laboralmente. Fue en ese momento, según su relato, que conoció a una joven de ojos marrones claros, delgada y tierna, quien entró a su oficina para una entrevista que tenían agendada. Se trataba de Lilian, quien luego se convirtió en su gran amor. 

A las pocas semanas comenzaron una relación muy intensa que duró 4 meses, la cual fue interrumpida por dos años, mientras Cristian estuvo en Chile por motivos laborales. Al regresar en 2006, volvió a reunirse con Lilian, a los pocos meses se mudaron juntos y, en 2008, nació su primera hija. En 2016 se casaron. 

Líder del movimiento antiminero

Cristian se convirtió en un referente de las disputas legales de las comunidades indígenas contra las multinacionales que llegaban al país para explotar la minería, aunque en un principipo acumuló varias causas perdidas. 

Sin embargo, en 2007, Golden Peaks intentó establecerse en Argentina por extraer oro las 24 horas del día sin descanso. Los habitantes de la zona comenzaron a mirar con desconfianza las maquinas de trabajo y las explosiones que hacían durante la noche y fue cuando las manifestaciones iniciaron.

Empleados públicos, gremios, iglesia, productores agropecuarios, entre otros, comenzaron las protestas y enviaron el caso de inmediato a la justicia. Allí fue cuando Cristian se ofreció a representarlos y, mediante un recurso de amparo, logró imperdir que la empresa permaneciera en la zona. 

"Dicen que el que quiere celeste que le cueste, y yo les pregunto: ¿queremos ver flamear el celeste y blanco de nuestra bandera o el rojo de la bandera china?", estas fueron las palabras de Cristian luego de tener que darle frente a otra problemática.

En 2008, la minera china Metallurgical Construction Corporation (MCC) quiso explotar el cerro Tres Puntas, rico en cobre, sin prestarle atención a que la mina estaba ubicada en tierras de la comunidad mapuche. Y, según la Constitución de ese país,  los territorios indígenas son enajenables así que estaban cometiendo un acto ilegitimo. 

Fue de esta forma que Cristian obtuvo su segunda victoria judicial contra intereses corporativos y ya en septiembre de 2008, se conviertió en líder inesperado del movimiento antiminero.

La transformación 

Durante años, Cristian tuvo recuerdos de la infancia y más aún, luego de que se madre muriera. Los gustos por la ropa femenina, el maquillaje y el esmalte no se habían ido de su cabeza, pero tras el fallecimiento de su progenitora, se atrevió a cosas que nunca antes había vivido. 

Aprovechó que tenía un apartamento arrendado en Buenos Aires, donde se quedaba eventualmente cuando iba a visitar a su hija mayor. Las estadías en este lugar se volvieron mas frecuentes y fue el momento ideal para poder descubrir si aún sentía una conexión con él mismo al vestirse de mujer. 

Una de esas noches en las que se quedó en Buenos Aires, Cristian se quitó el traje, la camisa y se aflojó la corbata. Se vistió de mujer completamente y le trajo muchos recuerdos, hace mucho tiempo que no lo hacía, pero esta vez se atrevió.

Para sentir aún más seguridad, Cristian esperó que todos se durmieran en el edificio y, cerca de la medianoche, bajó las escaleras en puntas con los zapatos en la mano para no ser escuchado. Abrió la puerta que daba a la avenida y comenzó si caminata libremente. 

Así fue como sus salidas nocturnas se volvieron costumbre por las noches, sirviendo esto como un entrenamiento para sentirse más segura. 

De frente con la realidad

Cristian estaba muy seguro de lo que sentía, sabía que por dentro era una mujer y esto tenía que compartirlo primero con Lilian, quien había sido pieza fundamental en su vida. Él, evidentemente, tenía miedo que su relación con ella cambiara porque estaba seguro que, aunque modificara su aspecto, su amor por ella seguía tan intacto como siempre.

Llegó la hora de decir la verdad y ambos fueron al auto para que las niñas no escucharan nada. Fueron casi tres horas de conversación donde él explicó lo que sentía, lo que había leido con respecto a la identidad de género y además, le contó sus recuerdos de niño y todo lo hacía.

Lilian en medio de la preocupación solamente quería escuchar que la seguía amando, que nada cambiaba entre ellos. Que él solo quería verse mujer, tener una apariencia física femenina, le confesó.

A fines de 2016 empezaron terapia. En la primera visita, el médico les dijo: "Yo sé un 25% sobre el tema, pero me pondré a estudiar para ayudarlos" y así fue. Entre los tres armaron la mejor forma para superar esta situación como familia y además, encontrar la manera oportuna para contarles a sus hijas. 

En general, la hija mayor y menor lo tomaron bien asegurandoles que "si él o ella erán felices, es lo que importaba" pero la del medio quedó renuente al "qué dirán". 

Un nuevo comienzo

Tras la confesión, Cristian hizo los papeleos necesarios para convertise en Cristina Monserrate -por la virgen de Cataluña que permaneció escondida durante años- y así fue, lo logró. Con una nueva foto de carnet le dio vida a la mujer que tenía dentro.

Luego de que hablaron con las hijas, la familia dejó atrás su vida en Zapala y viajó rumbo a Buenos Aires, siguiendo el consejo que le dio el psiquiatra. Un nuevo comienzo que tanto Cristina como Lilian agradecen enormemente

Durante su estadía en la capital argentina, Cristina ha recuperado su confianza bastante, de hecho, hasta conserva a sus antiguas amistades quienes la aceptan tal cual es. Sin reproches, ni señalamientos, solo es una abogada trans.

Hormonas para un cambio total

Para un cambio más contundente, Cristian comenzó a tomar hormonas que ayudan a diferenciar a las personas según su sexo biológico. Si bien no hay una edad específica para el tratamiento, iniciarlo después de los 40 implica avanzar más lento.

El tratamiento de ella incluye la toma de estrógenos y antiandrógenos para bloquear la testosterona que genera el hombre. En los primeros tres meses, ya se ven cambios porque los senos comienzan a crecer, la piel se vuelve más suave y el pelo tiene más brillo.

Apesar de que luce como una mujer, hay un aspecto que la química no ha podido resolver hasta ahora y se trata de la voz. Aunque hable bajo y sutil, siempre queda en evidencia su voz gruesa.

Su sueño: Ser jueza

A pesar de su cambio y la aceptación de su familia, Cristina lo único que no quiere es quedar encasillada como defensora del colectivo LGTBI, así que postuló para el cargo de jueza de Familia en Chos Malal, Neuquén y, a pesar de que no tiene tantas espectativas, lucha por cumplir su sueño.

"Quiero ser jueza para demostrar que las personas trans somos iguales al resto y podemos ocupar cualquier cargo: maestras, plomeras, juezas", dice Cristina al diario La Nación. 

Los resultados de esta contienda se darán en febrero o marzo de 2020. Sin embargo, Cristina no guarda muchas esperanzas de ganar porque "la sociedad no está lista para tener una jueza trans en un juzgado de familia".

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