Padres pierden última batalla judicial: Hospital podrá desconectar a su hijo de 10 meses

  • Por María Ignacia Pentz

El caso del Charlie Gard, una guagua de diez meses que sufre de una enfermedad rara llamada Síndrome de Agotamiento del ADN mitocondrial en etapa terminal, ha generado controversia en Reino Unido: un juez británico autorizó que fuera desconectado de las máquinas que lo mantienen con vida, decisión que sus padres rechazan.

Debido a esto, Chris Gard, de 32 años, y Connie Yates, de 31, apelaron a la decisión que la Alta Corte de Justicia tomó en abril ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH). Recurso que, la tarde de este martes, fue declarado inadmisible. 

Yates declaró a Sky News que la decisión es "indignante". 

Los padres habían iniciado una campaña con el objetivo de juntar fondos para viajar a Estados Unidos, donde Charlie se sometería a un tratamiento experimental de derivación de nucleósidos. Gracias a esta, ya habían recaudado más de un millón de libras esterlinas. 

El síndrome que sufre el menor corresponde a un grupo de trastornos que causan que los tejidos afectados sufran de una caída significativa en el ADN mitocondrial, lo que significa, entre otras cosas, que los afectados no obtienen energía para sus músculos, riñones y cerebro.

A través de una declaración, el Great Ormond Street, el hospital de Londres donde se encuentra internado Charlie, señaló: "Nuestros pensamientos están con los padres de Charlie en el recibo de esta noticia que sabemos que será muy angustiante para ellos". 

"La decisión de hoy del Tribunal Europeo de Derechos Humanos marca el fin de lo que ha sido un proceso muy difícil y nuestra prioridad es proporcionar todo el apoyo posible a los padres de Charlie mientras nos preparamos para los próximos pasos", agregaron. 

Además, aseguraron que "no habrá prisa por para cambiar el cuidado de Charlie, y cualquier plan de tratamiento futuro tendrá una cuidadosa planificación y discusión". 

Según explicaron en abril de este año los médicos, el menor tiene un daño irreversible en el cerebro y se debía dejar de proporcionarle apoyo vital, pasando únicamente a cuidados paliativos. Incluso, ante la justicia declararon que probablemente el niño experimentaba dolor, pero que no podían saberlo ya que no escuchaba.

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