Jennifer Lawrence se entrega en cuerpo y alma: "Mátate, amor" es una de las películas más valientes del año
- Por Esteban Beaumont
Tome nota, apunte los infaltables. Con el fin de año encima, ya comienza a proyectarse la carrera por los Óscar. A los cines chilenos también comienzan a llegar los estrenos gordos, y esta semana fue el turno de Die My Love (Mátate, amor), la nueva película de Lynne Ramsay que cuenta con las actuaciones de Jennifer Lawrence y Robert Pattinson. Un drama onírico con tintes de comedia desfachatada y musical de mal rollo que, en su valentía, encuentra peñascos de grandeza.
Mátate, amor es la adaptación de la novela homónima de Ariana Harwicz. Una historia escrita como un constante monólogo de una madre primeriza que vive una profunda depresión posparto. La narrativa de Ariana se moviliza entre la primera persona y un constante viaje a una cabeza dañada; ahí radica la dificultad de llevar la historia a la pantalla.
Lynne Ramsay (Tenemos que hablar de Kevin, Nunca estarás a salvo) toma el desafío y lo hace con una facilidad fantasiosa sublime. Grace y Jackson son una pareja joven que se va a vivir al campo, alejados del ajetreado mundo citadino. Ahí tienen un bebé que termina por provocar una depresión en el personaje de Jennifer Lawrence que irá incrementándose en una especie de bola de nieve de incomodidad y locura.
La película se narra desde la visión, siempre difuminada, de Grace. Ella nos propone las reglas físicas y lógicas, y nosotros compartimos un espacio de su visión de vida. Los límites entre lo que es real y lo que es un juego de un cerebro atrofiado se entremezclan. Grace quiere un gato, por lo que la vemos gatear y arañar las paredes.
Y es en ese ejercicio donde la película se completa. Con una cinematografía sublime, la película construye planos y momentos hermosos y viscerales, todo acompañado de un guion que coquetea constantemente con la idea de odiar a un personaje, pero que también provoca un impulso avasallador de abrazarlo. Porque sí, Grace es desesperante, pero está rodeada de gente que no logra entenderla y mucho menos resguardarla. Grace está rota y pareciera que nadie logra darse cuenta. Hay una escena de una fiesta de cumpleaños que es desgarradora, donde el discurso buenista choca con la realidad.
¿Vivimos un día tras otro o solo caminamos hacia una locura desquiciada? Hay algo de eso también: no saber qué es lo que nos espera o no querer decidir ese futuro. El contraplano está en los padres de Jackson: un trágico Nick Nolte y una desquiciada/contenida Sissy Spacek. Son ellos, el matrimonio de abuelos, los que funcionan como una ventana, un abismo al que Grace no quiere mirar.
Pero si tuviera que resumir la mayor virtud de la película, sería, sin duda alguna, sus actuaciones. Lo de Jennifer Lawrence es escandaloso. La actriz ganadora del Óscar se entrega en cuerpo y alma en una performance mesiánica, sexual y cruda. La película es difícil de ver, es sádica (sin tener sangre) en gran medida por Jennifer.
Es precisamente en ese juego de equilibrista que camina entre los sueños y la realidad, donde la película cae y no logra, por momentos, clarificar las intenciones. Creo que el personaje de Lakeith Stanfield y todo lo que lo rodea es confuso y mal ejecutado. Nunca quedan claras las intenciones, y su presencia termina por tropezar un ritmo arrollador. Por otro lado, las casi dos horas de película terminan con un tercer acto sumamente repetitivo que, sí, enfatiza la caída en locura de la protagonista, pero que puede parecer excesivo. La llegada a un final desolador se hace mediante un camino tortuoso y, por momentos, eterno.
Mátate, amor es una película valiente, arriesgada y desgarradora. Jennifer Lawrence, Nick Nolte y Sissy Spacek deberían tener presencia en las nominaciones a los diversos premios. Los tres se arriesgan y se entregan a una autora que busca no solo contar una historia, sino también remover algo en el interior. La maternidad nunca había sido contada con tal crudeza.Reintentar
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