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Columna de Mauricio Morales: "Chile Vamos, el adulto a cargo"

Por Mauricio Morales, doctor en Ciencia Política, profesor titular, Universidad de Talca-Campus Santiago.

La tradicional coalición de centro-derecha vive un momento difícil. Esta vez, no es por las malas expectativas respecto a un resultado electoral, sino que por lo complicadas que serán las negociaciones para los comicios locales y nacionales.

A un costado tiene a Republicanos presionando por el 20% de las comunas en que quiere llevar candidatos a alcalde. Al otro, a Demócratas y Amarillos que exigen más cupos, entregando a cambio un ropaje de centro para la futura carta presidencial del pacto. Y todo esto, sin contar algunas candidaturas independientes -especialmente en Santiago y Viña del Mar- que complican aún más el panorama.

Si Chile Vamos quiere resolver este entuerto, no tiene otro camino más que ceder. En caso de entrar en una dinámica de competencia total con Republicanos, por ejemplo, arriesga un inesperado triunfo de la coalición de gobierno en las denominadas comunas emblemáticas. Dado que Republicanos no declinará en sus aspiraciones, Chile Vamos tendrá que ir al sacrificio, mostrando -además- gestos amistosos hacia Demócratas y Amarillos con el fin de ampliar su base de apoyo.

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El problema es el siguiente. Chile Vamos defiende apenas 87 municipios que acumulan cerca de un 22% de la población. Viene de su peor elección local -en 2021- en que perdió 58 alcaldías. Por tanto, la barrera de comparación con 2024 será bajísima. No obstante, el propio pacto ha generado expectativas sobre un resultado muy favorable que asegure el triunfo en la presidencial 2025. Republicanos, en tanto, parte de cero. En 2021 no consiguió formalmente ningún municipio, sin perjuicio que en la elección de consejeros constitucionales haya alcanzado el 35% de los votos.

Por su parte, Demócratas y Amarillos, finalmente, no existían en 2021, y tienen ahora su primera prueba en las urnas. Parten también de cero, y con el desafío de recuperar votación de centro a costa, entre otros, de la DC.

En síntesis, los tres grupos -Chile Vamos, Republicanos, Demócratas/Amarillos- debiesen quedar en una mejor posición electoral luego de estos comicios. Y este es precisamente el punto crítico. Como los tres actores pronostican un buen resultado, a todos se les abre el apetito. También sabemos que las personas y las organizaciones toman malas decisiones cuando creen que lo pueden perder todo, o cuando esperan ganar mucho. En consecuencia, puede que este cúmulo de positivas expectativas se transforme en un histórico autogol del sector favorito para quedarse con el triunfo. El “adulto a cargo” es Chile Vamos, el más interesado en que estos tres grupos se coordinen para transformar eficientemente los votos en escaños. Bajo estas circunstancias, es Chile Vamos quien deberá ir al sacrificio.

 

 

Naturalmente, este proceso está cruzado por la presidencial. Todo el mundo repite y repite que falta mucho para esa elección y que no es momento de hablar de candidaturas. Es cierto que las cosas pueden cambiar a última hora, pero hoy por hoy, los partidos y los pactos están diseñando sus estrategias con los nombres que más figuran en las encuestas. En la derecha, son Matthei y Kast. Nadie más. Como sabemos que el resultado de una elección local pronostica robustamente el resultado de una elección presidencial, es razonable que Chile Vamos y Republicanos aspiren a representar las comunas más grandes del país, destacando  Santiago, Viña del Mar, Ñuñoa, Valparaíso, Peñalolén, entre muchas otras.

En un sistema uninominal de mayoría relativa, como el que se utiliza para escoger alcaldes, es clave la coordinación estratégica. Por tanto, hay que nominar solo un candidato por comuna cueste lo que cuesta. En el caso de la elección de gobernadores regionales, en cambio, un sistema de mayoría calificada del 40% flexibiliza las negociaciones, pudiendo competir dos candidatos del sector y luego unirse en la segunda vuelta.

La gran pregunta es cuán dispuesto está Chile Vamos a entregar comunas o regiones en las que tenga candidatos ya instalados. Algunos de ellos tendrán que ser dados de baja producto de las circunstancias, pero siempre en función de un beneficio mayor: Ampliar la coalición electoral y asegurar el triunfo de Matthei en 2025. 

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