Comentario de cine: Tron: Ares - Espectáculo visual sin alma tecnológica

1982. En medio de una efervescencia por los avances tecnológicos, Steven Lisberger crea una obra de culto. Basándose en el, a los ojos de hoy, prehistórico videojuego Pong, el director moldeó la historia de Tron. Una película que pasó sin pena ni gloria. pero que fue cosechando fanáticos en una era especialmente asidua a lo cyberpunk. Los avances tecnológicos nos hacían pensar en grande, no solo en autos voladores, sino en la misma conciencia de aquellas máquinas que tímidamente comenzaban a copar las casas.

Pero eventualmente Tron se metería a la historia del séptimo arte por un punto técnico, y que fue gran aliciente de que se convirtiera en una obra de culto. Tron fue de las primeras películas en utilizar imágenes generadas por computador (CGI). Una proeza técnica que a los ojos de hoy nos parece arcaica e incluso fea estéticamente, pero que se terminó convirtiendo en un pilar tecnológico del cine.

2010. En medio de una crisis profunda de popularidad, Disney decide reflotar la saga de Tron con una secuela casi 30 años después. Tron: Legacy pasó sin pena ni gloria y lo más destacado es que nos dio a conocer a Joseph Kosinski. El director que hoy brilla tras Top Gun Maverick y F1 ya daba sus primeras pinceladas en Tron: Legacy. Si la película cuenta con un punto positivo son las inteligentísimas y entretenidas escenas de acción. El uso de la cámara como el componente mayor en la narrativa de acción. Bueno, otro punto positivo, la música vibrante de Daft Punk. De los mejores discos del año.

2025. Nadie lo pedía, nadie lo esperaba. 15 años después, Disney vuelve a estrujar la franquicia (esta vez por otras razones) y se estrena en cines Tron: Ares. En una época en que la tecnología ha avanzado a pasos de gigantes y la inteligencia artificial se complejiza cada vez más, volvemos al tecnológico mundo de Tron con el debate en torno al uso de la IA en nuestro mundo.

Puntos claves. La imagen de Jeff Cronenweth es absoluta. Un deleite visual constituido para esas pantallas gigantes, un festín visual con estelas rojas y confines tecnológicos. Luego, Nine Inch Nails construye una banda sonora arrolladora. Pocas veces en los últimos años los bajos de un cine me habían dejado peinado para atrás. Un retumbe sensorial exquisito.

La película de Joachim Ronning (director tras las nefastas Maléfica 2 y Piratas del Caribe 5) busca indagar en el uso de la Inteligencia Artificial en el mundo. Para ello seguimos a dos genios de la tecnología. Eva (Greta Lee) busca la construcción artificial de elementos para mejorar el mundo, mientras que Julian (Evan Peters) busca la construcción artificial de elementos para la guerra. Uno de esos elementos es Ares (Jared Leto) un súper soldado que eventualmente tomará conciencia propia.

Y la trama no va mucho más que eso. De hecho, la película crece y se disfruta más cuando no nos preocupamos de que nos están contando. La premura al avanzar de una escena de acción a otra hace que las detenciones en el debate tecnológico se sientan apresuradas. Jamás nos sentamos a debatir en torno al rol de las IA y ese miedo infundado de que se volverán malas, cuando la anomalía sería que se volvieran buenas.

Por más que Greta Lee trate de rescatar esta película, la franquicia termina por caer en los mismos pecados del cine moderno. Tron: Ares decanta por una especie de pleitesía a la película original, llenando la pantalla de estética, cameos y referencias ochenteras que a los, aún existentes, fanáticos de la saga emociona y con ello se cumple el rol. La dependencia nostálgica del cine blockbuster actual es el virus tecnológico de hoy.

Ah, la película es una carta de amor a Depeche Mode. La mejor película ever.