"Succession": El fin de la mejor serie de los últimos años

En silencio, sumando fanáticos poco a poco, "Succession" llega a su fin este domingo 28 de mayo. Cuatro temporadas que sirvieron para catapultar a la serie de HBO al olimpo televisivo y convertirla en una de las mejores de la historia. ¿Es realmente tan buena? Sí. (Podría terminar la reseña aquí, pero démosle más vueltas).

Creada por Jesse Armstrong y estrenada en 2019, "Succession" cuenta la historia de la familia Roy, controladores de uno de los mayores conglomerados de medios del mundo. Las batallas internas en la búsqueda de un reemplazo para cuando el patriarca de la familia abandone la compañía.

Un drama familiar de millonarios luchando por el poder a los niveles más altos que la política y economía mundial les permiten. Se ha construido tomando las luchas por el poder de "Game of Thrones" y combinándolas con los personajes detestables de "The White Lotus". Y en esto último radica su mayor fortaleza: es una clase maestra de actuación.

Desde el principio, hay un trabajo de casting sublime. Brian Cox es el patriarca de la familia y interpreta a un personaje tosco y malhumorado que se siente y es dueño del mundo. Jeremy Strong interpreta al hijo que siempre ha estado bajo el alero de su padre, hasta un episodio de excesos con las drogas. Sarah Snook es la hija, discriminada por ser mujer y alejada del negocio de su padre. Kieran Culkin es el hijo menor, el más fiel a su padre pero también el más inmaduro. A esto se suma Alan Ruck, el hijo mayor de la familia, que sueña con ser presidente de Estados Unidos, y Matthew Macfadyen, la pareja de Sarah, quien hará todo lo posible por escalar en la empresa.

Y es que actuar es más que recitar los diálogos, y Armstrong lo entiende muy bien y aprovecha al máximo las actuaciones pasivas. Cada gesto, cada mueca, cada movimiento está pensado de tal forma que permita crear evoluciones en los personajes. Son ellos, los personajes, los mayores activos del show, alrededor de los cuales y sus emociones se mueve todo.

La puesta en escena está a cargo de hacer brillar a los actores, y ahí radica la decisión de utilizar planos tipo documental, con violentos zooms, como si por momentos nos estuviéramos metiendo en esta disfuncional familia. Cada acercamiento a un rostro esconde una expresión que en otra serie o película pasaría desapercibida.

No es extraño, entonces, que estemos frente a una progresión de los personajes en estas cuatro temporadas insuperable. Los protagonistas y secundarios son personajes complejos, con varias capas construidas por el más fino artesano. Escenas que parecen no tener mayor peso toman relevancia en capítulos posteriores, como un complejo engranaje.

Fue en la cuarta temporada, en el capítulo 3, donde "Succession" alcanza la cima televisiva. "La boda de Connor" recibe una calificación de 10/10 en IMDb, un hito que solo estaba reservado para el capítulo "Ozymandias" de "Breaking Bad". Muchas otras series se quedaron en la puerta de la perfección, logrando un 9.9/10: "Six Feet Under", "Bojack Horseman", "Game of Thrones", "Better Call Saul", "Los Sopranos". En esa mesa se sienta "Succession".

A la espera de que el tiempo haga lo suyo, la serie de millonarios consentidos y con serios problemas de paternidad ausente entra en el canon televisivo como no solo una de las series mejor actuadas y construidas, sino que se posiciona como un ejemplo claro de cómo hacer televisión de calidad, cocinando a fuego lento un festín de traiciones, dinero y llanto.