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El Artista. «El arte de morir». Ars Moriendi ☠

  • Por Matías Andújar

«Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen» 
Lucas 23:34

Buenas tardes, en primer lugar quiero dar las gracias a todos los que no están aquí, a quienes nunca me han escuchado y ni siquiera saben quién soy. Por favor les ruego me dejen terminar.

Ustedes son los protagonistas de la verdadera Obra de Arte, la única que merece ser llamada así. Que no es más que el Mundo mismo.

Podemos llenar nuestra cabeza y nuestra vida de Expresionismo Belga, Fauvismo Francés, Abstracción lírica, Naturalismo, Realismo Social Ruso, Hiperrealismo, Vanguardias constructivistas, Bauhaus, y podríamos estar tirando nombres de tendencias y lugares otra vida entera y ese no es el objetivo que me tiene aquí, tanto como nombres, títulos, estructuras, museos, vestuario, champagne.

El ser humano en su naturaleza necesita sentirse distinguido.

¿Qué es el Arte? ¿Algún distinguido entre la audiencia de esta sala me podría decir? Yo no he encontrado la respuesta.

Sólo sé que es una maquinaria poderosa que se mueve, crece, muta por sí misma, independiente de todo control, como la mayoría de las invenciones humanas. Y ya nos ha bajado de su lomo y cabalga autómata.

Hemos vivido en el error de pensar que el Arte se podía encerrar en Museos, Palacios, lujosas casas, cerrados círculos de intelectuales y núcleos de poder.

Lo que reside ahí no son más que armazones vacíos.

Hemos estructurado todo. Música, pintura, literatura, técnicas de supervivencia, gobiernos, alimentación, educación, enfermedades, bienes, males.

Queremos ser dueños de todo lo que nos rodea. Animales, plantas, montañas, lagos, ríos, mares.

Hasta dominar el universo pasa por nuestra ambición. 

Pero han fracasado.

El espíritu es por naturaleza y condición: indómito. La mente es un laberinto.

El Arte es una emancipación de la esencia humana y debe ser universal, en su más amplio sentido. Estar al alcance, y no situarlo en lugares inaccesibles. Estructuras y estructuras, acercándolo al lujo, a la ostentosidad, en muchos casos. 

Hay ya demasiados casos de ese concepto añejo y oxidado de Arte.

«El Jardín de las Delicias», de El Bosco, «La Traición de las Imágenes» de Magritte, «El Aquelarre» de Goya, no representan una Obra de Arte en cuanto han estado restringidos a un grupo selecto.

¡Y les hemos puesto precio!

Volvemos a crear una estructura que le otorga un precio al conocimiento. Eso se llama capitalizar. No es más que un vacío interior. Sacar gente del camino.

Quizás sufriendo la amenaza de nuevos pensadores e ilustrados. Un arma muy peligrosa. 

Los invito a quedarse y escuchar. Aunque sean ustedes quienes saqueen el Mundo y sean descubiertos.

Concentrémonos. ¿Quiénes son los verdaderos artistas? En general, ustedes.

Pido aplausos.

Si bien estamos chatos de gente como usted, hacen de esta macabra fotografía, una película de Leni Riefenstahl documentando imágenes del Tercer Reich, una obra de Arte. Y ojo que Adolfo, que lo tienen como el mayor villano de la historia, alcanzó a exterminar 17 milloncitos. Stalin se llevó 23, Leopoldo II de Bélgica unos 15 y Mao Zedong, se estima, unos 78 millones.

Diane Arbus afina la belleza pura y real de la vida, gastada, aquellos rostros renovados por infernales muecas de sufrimiento. Como si viniese dios a hablarles. Desgreñadas miradas de odio y extrañeza, como si un loco les hablara.

Estos personajes ignoran que entre nosotros están los locos y ciegos ante la verdad. Eso, señores y señoras, es Arte.

El Judas contemporáneo sigue invicto. Trasciende épocas, rompe vidas. Y ahí está la reflexión. La belleza de hacernos pensar el asco en que nos estamos convirtiendo.

Dictadores. Sufrimiento. Distopia. Cadáveres amontonados. Símil de los movimientos vanguardistas del siglo XX. El rechazo al arte estático y tradicional. Fagocitosis. Terminales linfáticas. Linfomas devorados.

Sientan la belleza de la vida desapareciendo pausadamente.

Hitler, yendo a lo más gráfico, para ustedes, queridos, ha puesto su obra fuera de Museos o Palacios. Sin seleccionar su público ni intentar estratificarlo.

¿Pueden ver la ironía? Y miren ahora cómo está el mundo. Dominado completamente.

Los pinceles han sido la mentira, la economía y la política. Relaciones muy amistosas.

Stockhausen, quizás el compositor contemporáneo más importante de nuestra era, ha declarado que la caída de las Torres Gemelas es «la obra de arte más grandiosa de la historia». 

Reflejo de nuestra naturaleza, de nuestra condición actual, un constante repicar de distintas masacres. Sangre, dolor, vida y muerte, destrucción. Somos los artistas.

Hércules lanzando un huracán de hombres al mar.

¿Qué artista, de los que son nombrados como tales, puede hacer eso? Ninguno.

Quiénes han aplastado y terminado con vidas humanas, quiénes han dominado naciones, quiénes han lanzado bombas, quiénes disparan a quema ropa, quién dispara el flash, quién se inmola.

Los hago testigos y partícipes del verdadero Arte. De nuestro verdadero autorretrato, no el de Van Gogh.

Hemos, en conjunto, creado una obra colectiva.