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El drama de un hombre que vivió 35 años con un diagnóstico equivocado de cáncer terminal

Jeff Henigson tenía tan solo 15 años cuando sufrió un accidente en bicicleta al ser atropellado por una camioneta en California, Estados Unidos. A raíz de lo anterior, debió ser operado de urgencia y más tarde recibió un devastador diagnóstico.

Los médicos que lo atendieron en ese instante le dijeron que tenía un agresivo cáncer de cerebro llamado "astrocitoma anaplásico", que generalmente tiene una expectativa de vida de tres años.

Sin embargo, Jeff, 35 años después de conocer su diagnóstico, entregó detalles sobre la vida que tuvo, puesto que, contra todo pronóstico, vivió mucho tiempo más de lo esperado, aunque todo tiene una explicación.

Los archivos médicos del paciente

Karl Schwarz, un neuropatólogo jubilado de Nueva Jersey, se sorprendió por el caso de Henigson, debido a que, según él, conocía a pocas personas que tuvieron una esperanza de vida mayor a la esperada. Por este motivo, decidió contactarlo y salir de la duda.

Una vez que ambos conversaron sobre el tema, el paciente tuvo la idea de revisar su expediente médico y se sorprendió al ver que uno de los archivos del 9 de agosto de 1986 decía que fue diagnosticado con "astrocitoma pilocítico (espongioblastoma), un tumor benigno".

Un segundo informe determinó que Henigson tenía el mismo diagnóstico, pero el tercero decía que tenía un "astrocitoma altamente anaplásico de alto grado".

En este sentido, Schwarz le contó al hombre que este último diagnóstico era "completamente falso" y que "no tuvo lugar en su hospital local. Alguien quería una segunda opinión de una institución respetada. Los hallazgos fueron enviados a esa persona. Pero en cualquier caso, estaba equivocado".

La reacción del hombre

La situación generó consternación en el paciente, ya que, producto del cáncer cerebral que creyó tener, recibió quimioterapia y radiación, que le dejaron secuelas, como por ejemplo, problemas de visión y audición, la disminución de la función pulmonar y problemas con el tejido cicatricial de su cerebro, informa ABC España.

"La casi certeza de mi muerte prematura me llenó de miedo, no solo hasta que superé las probabilidades, sino cada vez que tenía dolor de cabeza, cada vez que me metían en un tubo para otra resonancia magnética de precaución", manifestó.

Por último, Henigson no pudo iniciar acciones legales por la negligencia médica, ya que el plazo límite había terminado hace más de 30 años.

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