Semana Santa 2021: ¿Por qué solo se debería comer pescados y mariscos según la tradición?

  • Por Meganoticias

Una de las tradiciones más arraigadas entre los católicos y cristianos en Semana Santa es la de no comer carne y, por el contrario, consumir pescados y mariscos.

La creencia católica explica que este cambio de dieta se debe a que entre el Jueves Santo y el Domingo de Resurrección se entra en un estado de luto por la muerte y resurrección de Jesús, por lo que se debe hacer ayuno de carnes rojas; aunque algunos más extremos solo beben agua y pan.

Sin embargo, para otros el no consumir carne y suplirla con pescados y mariscos comienza con la Cuaresma, tiempo litúrgico que comienza el Miércoles de Ceniza, que este año fue el 17 de febrero.

Es decir, de acuerdo a los católicos y cristianos no se consume carne ni embutidos todos los viernes, desde el Miércoles de Ceniza hasta el Viernes Santo, y para el final de la Semana Mayor deben guardar un ayuno total y así honrar la muerte de Jesús.

¿Por qué no se puede comer carne?

Con respecto a esta costumbre, el texto del Concilio de Vaticano II señala: "Ha de tenerse como sagrado el ayuno pascual; ha de celebrarse en todas partes el Viernes de la Pasión y Muerte del Señor y aun extenderse, según las circunstancias, al Sábado Santo, para que de este modo se llegue al gozo el Domingo de Resurrección, con elevación y apertura de espíritu".

 

Foto referencial/ AFP

 

Otra explicación sostiene que la abstinencia de comer carne se relaciona a la austeridad de aquella época. Además, habría estado asociada con banquetes de festejos, todo lo contrario a lo que se conmemora en la Semana Santa.

Asimismo, otros expertos en la materia sostienen que, antiguamente, comer carne en Cuaresma era pecado y todos aquellos que lo desobedecían debían de pagar el importe de la Bula de carne al cura para poder quedar exento de tal prohibición.

"El ayuno nos despierta"

El papa Francisco se refirió al ayuno en 2018 y aseguró que es una parte importante para el "espíritu" de los fieles y creyentes.

"El ayuno debilita nuestra violencia, nos desarma, y constituye una importante ocasión para crecer. Por una parte, nos permite experimentar lo que sienten aquellos que carecen de lo indispensable y conocen el aguijón del hambre; por otra, expresa la condición de nuestro espíritu, hambriento de bondad y sediento de la vida de Dios", dijo.

Y continuó: "El ayuno nos despierta, nos hace estar más atentos a Dios y al prójimo. Inflama nuestra voluntad de obedecer a Dios, que es el único que sacia nuestra hambre".

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