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Godzilla Minus One: El blockbuster del año

1945 y la Segunda Guerra Mundial llega a su punto más álgido con el lanzamiento de dos bombas atómicas sobre Japón. Diez años después el estudio Toho creó a Godzilla, un lagarto gigante que era la representación de todos los traumas japoneses post segunda guerra mundial. Con el paso del tiempo el monstruo fue mutando y se transformó en prácticamente un héroe japonés, siendo incluso infantilizado en varias de sus más de 30 películas.

Además de las versiones estadounidense enmarcadas en el Monsterverso, Japón ha seguido creando historias del animal gigante, buscando posicionar una nueva era para el Depredador Alfa. Este 28 de diciembre llegó a los cines Godzilla Minus One, la película de Takashi Yamazaki que vuelve a retomar el génesis de Godzilla en el blockbuster del año.

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Ambientada en los años posteriores a la segunda guerra mundial, época donde Japón tenía que reconstruirse sola, mientras el resto del mundo ya había olvidado los conflictos para comenzar a adentrarse a su próximo enfrentamiento bélico. El abandono de Estados Unidos luego de haber bombardeado Japón, dejando la lucha contra Godzilla a los ciudadanos en una crítica solapada a la actitud de Estados Unidos post guerra.

En esa crítica se comienza a cimentar, en primera instancia, la respuesta japonesa a Oppenheimer de Christopher Nolan. Mientras la película estadounidense deambula en el peso interno que carga el creador de la bomba atómica, Godzilla Minus One deambula en las consecuencias de esa creación. Pese a que en ningún momento vemos la detonación de Hiroshima y Nagasaki, para dimensionar esa tragedia tenemos a Godzilla.

Ahí aparece la genialidad de hacer que el protagonista sea un ex soldado japonés. Un hombre que es parte del llamado escuadrón kamikaze. Koichi pasa toda la película tratando de reintegrarse a la sociedad y superar la vergüenza de haber sobrevivido a la guerra. Su familia, amigos y vecinos murieron y él siente que fue por su cobardía.

Hay una constante crítica a las películas de monstruos destruyendo edificios. Caminar por una cuerda floja donde por un lado tenemos épicas escenas de destrucción y por otro tenemos el drama humano. Precipitarse a un lado u otro provoca una película, o aburrida o vacía. Godzilla Minus One se balancea con majestuosidad entre el drama humano desgarrador de un país devastado y de un alma quebrada y la destrucción y magnificencia de una figura atómica.

Cada escena dramática de los humanos atrapados entre dos ruinas ayuda a dimensionar la tragedia de un país. Una especie de roca amarrada al cuello que tira con fuerza hacia abajo y que al momento de ver el aliento atómico de Godzilla sobre la ciudad entendemos la crudeza de un evento lacerante. Si convertir a la prueba atómica en el proyecto Los Alamos fue el momento cinematográfico estadounidense del año, Japón responde con su propia nube en forma de champiñón, solo que esta vez si vemos a las víctimas.

Con un presupuesto mucho menor a franquicias como Marvel y DC, Godzilla Minus One es apabullante en torno a la calidad de sus efectos especiales. Y lo que debería ser un aplauso para la producción japonesa, termina siendo un insulto para las historias de superhéroes.

Godzilla Minus One es un blockbuster con propósito y es una película que no hay que dejar pasar. Entender que el cine, visto desde su forma física, se mantiene presente para películas como estas. Mientras estudios siguen pensando en dimensiones de 45 pulgadas establecidas por los servicios de streaming, aún hay gente que cree en la solemnidad e importancia de la peregrinación que es el cine. Godzilla Minus One es una película pensada y establecida para ver en una sala de cine. Sus dimensiones, gigantes como Godzilla, así lo piden.

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