Logo Mega

Este aviso se cerrará en segundos

Columna de Mauricio Morales: "El 17 de noviembre"

Por Mauricio Morales, doctor en Ciencia Política, profesor titular, Universidad de Talca-Campus Santiago.

Aunque suene a lugar común, la composición del Congreso es determinante para el éxito del futuro gobierno. Sin embargo, una mayoría numérica no es sinónimo de una mayoría política. Por eso mismo, los candidatos que avancen a la segunda vuelta tendrán que ser lo suficientemente hábiles e inteligentes para armar una coalición gubernamental y legislativa.

De poco sirve alcanzar mayoría en Cámara y Senado si los congresistas viven en un estado de indisciplina, poniendo en riesgo la implementación del programa y sometiendo al ejecutivo a un estrés permanente y dañino. En el caso de Jara, tiene un camino suficientemente avanzado, pues su coalición abarca desde la DC hasta el PC. Sin embargo, y esto todos lo sabemos, sus probabilidades de triunfo siguen siendo escasas. No digo que sea una tarea imposible, pero en la segunda vuelta deberá competir de chico a grande. Además, es casi seguro que su coalición no alcanzará los 79 diputados que obtuvo en 2021 si sumamos a todos los partidos de centroizquierda. En el Senado, en tanto, el objetivo es ganar al menos 11 de los 23 cupos en competencia, a fin de impedir que la derecha alcance la mayoría.

Los candidatos de oposición, por otro lado, tienen un camino más allanado para cruzarse la banda presidencial, pero no cuentan con una coalición políticamente seria ni honesta. Es cierto que la sumatoria de “Chile grande y unido” y “Cambio por Chile” garantiza mayoría en la Cámara y, en una de esas, también en el Senado. Por primera vez en la historia contemporánea de Chile, entonces, la derecha podría obtener el “poder total”. No obstante, este ejercicio cuantitativo es inútil si los legisladores del sector sienten que la guerra civil continúa. Es casi seguro que elevarán sustantivamente el volumen de diputados, rebasando los 68 que obtuvieron en 2021 si reunimos a Chile Vamos y el Frente Social Cristiano. En el Senado la meta es obtener 13 de los 23 cupos, que sumados a los 13 que actualmente tiene el bloque y que no les tocó competir, llegan a una mayoría de 26 senadores.

¿Qué deberán hacer los candidatos que avancen a la segunda vuelta, entonces? Jara tendrá que salir inmediatamente a terreno. Su programa ya está negociado y acordado. En términos políticos, su coalición no puede crecer más allá de los límites que actualmente tiene. Su tarea, entonces, será convocar al contingente territorial de los partidos que la acompañan para impregnarlos de mística y sensación de triunfo. Obviamente, las cosas le serán más difíciles si el resultado en la legislativa revela una derrota contundente del gobierno, pero se abre una ventana de esperanza si la distancia con su rival de la segunda vuelta es cercana a los diez puntos.

Ir a la siguiente nota

No es que exista una métrica precisa que transforme al margen de victoria en primera vuelta en una especie de predictor de éxito electoral en la segunda vuelta. Simplemente, estoy dando una cifra que, a lo mejor, se convierte en un incentivo para que la centroizquierda no se resigne a la derrota y, de esa manera, salga a conquistar el apoyo popular con total energía y entusiasmo.

Para la derecha, en cambio, la ruta es distinta. Lo más probable es que las bases electorales de sus candidatos sumen casi de manera perfecta en la segunda vuelta, tal como ocurrió en 2017 con Piñera y Kast, y en 2021 con Kast y Sichel. La incógnita, eso sí, es que dicha sumatoria natural se produjo con voto voluntario, en que predominan electores politizados. En un contexto de voto obligatorio, con electores menos densos ideológicamente, las cosas podrían cambiar. Luego, el candidato de derecha ganador de la primera vuelta, a diferencia de Jara, deberá reexaminar su programa con el fin de sumar a los candidatos perdedores. Sería extremadamente infantil y torpe que el ganador no construya puentes de unión con el resto bajo el argumento de mantener las convicciones a todo evento. Un candidato presidencial con estatura de estadista debe demostrar desde el inicio sus capacidades para ceder y avanzar. De lo contrario, se convertirá, simplemente, en un caudillo de poca monta y destinado a un total fracaso.

El 17 de noviembre, entonces, sabremos cuál candidato, más allá de los números, cuenta con habilidades para garantizar gobernabilidad. No vaya a ser cosa que los chilenos, aburridos de las peleas políticas internas, comiencen a mirar con buenos ojos a quienes, con heridas y cicatrices, aún pueden dar señales de orden y estabilidad.

Todo sobre Mauricio Morales