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"Si dices algo te mato": así cayeron los tres acusados del crimen de "Yuri", conocida activista trans en Iquique

  • Por Matías González Olguín

La ciudad de Iquique sigue conmocionada por la brutal muerte de Pedro Pizarro, activista transgénero más conocida por su nombre social de Yuridia Alexander y su apodo de "Yuri".

El caso se remonta a fines del pasado mes de mayo, cuando el domingo 29 desapareció de su hogar, hallando su cuerpo sin vida cuatro días más tarde. Sus restos estaban enterrados en la costa sur iquiqueña, específicamente en la Caleta Caramucho.

Por ahora, la Policía de Investigaciones (PDI) ha detenido a tres sospechosos por el crimen. El principal responsable sería un hombre a quien ella consideraba como su pareja, aunque las contradicciones en los relatos han complicado las diligencias investigativas.

 

El relato clave de cómo "Yuri" habría muerto  

Néstor Cuellar es un extranjero que no solo contó a Carabineros que entró irregularmente a Chile mediante Colchane, sino que también reveló dónde estaba enterrado el cuerpo de "Yuri" y que había sido testigo de su muerte. Desde ese entonces, su relato se tornó clave para la investigación.

Según comentó a la Brigada de Homicidios de la PDI, el domingo 29 de mayo él fue a la casa de la activista, en donde convivía con Jonathan Cañón, colombiano que supuestamente era su pareja: "Observé que ambos estaban discutiendo en la cocina, no recuerdo qué se decían".

"Jonathan le pegó tres combos en la cara, quedando contra la pared para luego tomarlo del cuello con la mano derecha y empezar a asfixiarlo, mientras le decía 'usted lo que merece es morirse'", confesó el sujeto.

Tras ello, Pizarro se desvaneció y Cañón se abalanzó contra él para seguir asfixiándola hasta terminar con su vida. Cuellar aseguró que quiso arrancar ante la fatal escena, pero el presunto asesino lo amenazó con un cuchillo y le dijo: "Si dices algo te mato a ti y a toda tu familia en Colombia".

"El Chutas" entra en escena

Después de matar a "Yuri", Cañón fue en busca de "El Chutas", apodo que tenía otro extranjero irregular llamado Luis Ballesteros. Junto a su hijo, vivió bajo el mismo techo que la presunta pareja, pero fueron desalojados un día antes del crimen.

Cuando se encontraron, Jonathan le pidió que regresara a casa, porque Pizarro había viajado a Bolivia. Esa mentira duró algunos minutos, pues al llegar al domicilio le confesó el crimen, según confesó el propio Ballesteros a la PDI.

"Echó el cuerpo al furgón y lo fue a enterrar al desierto. No me dijo si fue solo o acompañado, tampoco detalles claros de dónde lo enterró. Me contó además que Pedro tenía plata en una cuenta y que él era el que manejaba las claves, teniendo una especie de plan de quedarse en la casa y seguir construyendo el segundo piso de la vivienda y trabajar en la panadería", añadió en su declaración.

Tal panadería era propiedad de Pizarro: estaba ubicada en las cercanías de la Caleta Caramucho y en ella trabajaba Cañón desde hace un año.

Contradicciones en la muerte de la activista

Además de posibilitar el arresto de los tres extranjeros, la declaración de Néstor Cuellar instaló una incertidumbre en la investigación, dado que contradice la versión de Ballesteros.

De acuerdo a lo consignado por Radio Bío Bío, el presunto testigo afirmó que entre los tres trasladaron el cuerpo sin vida, condujeron un furgón durante cerca de 15 minutos hasta llegar a la costa, donde procedieron a enterrar el cadáver, según contó a la policía.

"'El Chutas' le dijo a Jonathan que él lo ayudaba, cavando con la misma pala. Yo no quise participar en eso, a pesar de que Jonathan me dijo que le ayudara. Una vez que tenían un agujero no muy profundo, bajaron el cuerpo de Pedro y lo tiraron al hoyo, comenzando a rellenarlo con tierra. Al finalizar le pusieron un sillón viejo que estaba botado en un basural", comentó Cuellar.

Por otro lado, la familia de la víctima está soportando el dolor de su pérdida. Aseguran que nunca creyeron en la versión de Cañón, de que supuestamente "Yuri" había viajado sola a Bolivia, tal como él les contó una vez que estaba desaparecida. 

Ana María Valdés, sobrina de la activista trans, cuenta que era común ver a Pizarro acogiendo a extranjeros en su casa: "Siempre le decíamos que dejara de entrar gente a su casa (...) que le podía pasar algo o le podían robar, pero no cambiaba".

Asimismo, la mujer sostiene que la familia sabía que el presunto asesino y la fallecida eran pareja, "pero en público no demostraban nada, a veces venía y lo presentaba como su pareja-amigo. Llevaban más de un año viviendo juntos y nadie pensó que sería capaz de hacer algo así".

Los tres imputados (Cañón, Cuellar y Ballesteros) permanecen en prisión preventiva mientras se desarrolla la investigación, la que incluye el alzamiento del secreto bancario de la cuenta de "Yuri". Esto, porque la fiscalía de Tarapacá sospecha de eventuales movimientos de dinero después de su muerte.

Este artículo informa de un proceso judicial en curso, por lo que los involucrados no deben ser considerados culpables hasta que los organismos pertinentes lo determinen.