
Jugada profesora viaja en canoa para educar a sus alumnos indígenas
En su canoa, Madelaine rema sobre el río Chagres de Panamá. En tiempos de coronavirus, ayuda a transpontar a Graciela Bouche, profesora que da clases a los niños del puerto de los Ella Puru, de la etnia emberá.
Tras un trayecto de 15 minutos, ambas llegan a destino. Graciela lleva consigo una pizarra, un computador y alimentos para repartir entre los alumnos.
"La decisión fue por el problema de conectividad que ellos tienen y que no estaban recibiendo el contenido académico igual que el resto de los estudiantes. Eso me motiva a venir y a acercarme a ellos a darles clase semipresencial", explicó la profesora.
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La motivación de Graciela
Antes de la pandemia, los padres de estos niños debían llegar en bote hasta el puerto, desde allí tenían que viajar 40 minutos en bus para arribar a su escuelas.
Por el cierre de los establecimientos, comenzaron las clases virtuales. Al no tener energía eléctrica y una escasa señal de celular, Graciela se dio cuenta que a sus alumnos de la zona indígena les costaba conectarse.
"Por el teléfono a veces aquí se va la señal, o no hay data o no tengo tarjeta con que conectar al niño, y como son páginas web se hace difícil entrar", detalló Evelyn Cabrera, secretaria de la comunidad Ella Puru, quien tiene un hijo en etapa escolar.
“Lo hace por el cariño a los niños”
En la clase, Graciela reúne a unos treinta alumnos en una especie de anfiteatro hecho de vigas y techado con hojas secas. Después separa las mesas por nivel educativo, asignando a cada uno alguna tarea distinta. Nadie entra sin mascarilla y deben desinfectar sus manos con alcohol.
Para la clase de matemáticas, Graciela realiza una videollamada con la profesora de la asignatura. Por su parte, los más pequeños del salón aprenden a diferenciar derecha e izquierda.
Entre ellos, los alumnos usan el idioma emberá, pero con la docente deben comunicarse en español. También aprenden inglés. Lo hacen mientras Graciela Bouche los graba, enviando esos videos por Whatsapp al profesor de lenguas para que los califique.
"La experiencia ha sido buena, porque no cualquiera hace el esfuerzo. La travesía es un poquito larga y peligrosa. Pero ella lo hace por el cariño a los niños y estamos aquí para apoyar a la maestra", comentó la secretaria de la comunidad.
Después del mediodía, la maestra sube nuevamente a la canoa para regresar a su casa. Sin embargo, debe prepararse para sus alumnos de la tarde, quienes la esperan en la sesión online.
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