Blonde: No importa que se caiga en momentos, es una película que empuja los límites

Blonde fue la película más aplaudida de Venecia. El refinado festival llenó de palmas durante 14 minutos a la nueva película de Andrew Dominik. Su siguiente paso era aterrizar en Netflix y, con suerte, convertirse en el estreno del año de la gran N roja. Corte directo, la película cosecha críticas mixtas y Blonde no dura más de unas semanas en la lista de lo más visto en la plataforma de streaming. ¿Qué pasó? ¿Los intelectuales cinéfilos de Venecia entendieron algo que los mortales consumidores de Best Seller no?

Blonde se basa en la novela de ficción de Joyce Carol, la cual toma la figura de Marilyn Monroe y construye una historia que mezcla realidad y ficción, esto con el objetivo de reflejar la difícil vida de una mega estrella. El cómo Marilyn Monroe convive con Norma Jeane, real nombre de la actriz.

La película es, principalmente, injusta con Monroe. Se muestra a la actriz como una persona sufrida, abusada e infeliz. Pero se salta el hecho del disfrutar hacer películas, su talento para la actuación, el ser la mujer más importante de la industria y se toca de manera somera la feliz relación con Arthur Miller.

Y es que esta no es una película de Marilyn Monroe, no es un biopic. Es una ficción que toma la figura de Monroe, lleva al extremo su historia para así trazar la dualidad entre Norma y Marilyn. La bipolaridad entre la mujer real y el personaje vanagloriado. Uno de los principales errores de la película es presentarla como “la historia de Marilyn Monroe”, ya que no lo es. Tal vez funcionaria mejor con un personaje inventado, pero hay que vender las entradas.

Pasó con La Última Tentación de Cristo. Película altamente basureada por sectores conservadores por no ser fiel a la historia de Jesucristo ¡Blasfemia, diabólica! Gritaban los acérrimos detractores. Pero el director Martin Scorsese, que ha usado la religión y a Dios como un tópico común en su cine, solo quería reflejar el carácter humano del Dios transformado en hombre.

Confusiones más, confusiones menos, la película arriesga. Por un lado, visualmente es una locura. La cinematografía de Chayse Irvin no puede pasar desapercibida. Es arriesgada, apuesta y gana con juegos de blanco y negro y color, con cambios en el formato de la pantalla y con transiciones notables que ayudan a marcar la diferencia entre Marilyn y Norma Jeane.

Hablando de Norma, Ana de Armas hace el trabajo del año y se encamina a ganar su primer Oscar. La naturalidad para interpretar, por un lado, a una mujer atormentada y por otro a la diva de Marilyn Monroe, es simplemente sublime.

La película se arriesga mucho y por eso pierde en varias partes. Hay un leitmotiv que se repite hasta el cansancio y se vuelve un recurso repetitivo e incómodo. Tiene cosas malas, no es perfecta ni de cerca, pero no importa. No importa que se caiga en momentos, es una película que empuja los límites y eso es lo importante.

El autor de Watchmen, Alan Moore, dijo en una entrevista con el medio El País que “el arte realmente efectivo exige que el público haga al menos la mitad del trabajo (...) el individuo medio es capaz de afrontar una narrativa compleja, pero a menudo no es lo que se le ofrece”. Ver Blonde es tratar de procesar esa narrativa compleja, llevarnos al límite en una industria llena de películas moldes. Ese límite puede gustar más o menos, puede que encontremos la película larga, latera y repetitiva, puede ser del promedio, ni fu ni fa, o puede que sea una obra de arte, desgarradora y visualmente hermosa. Lo importante es que lo comprobamos nosotros y que fuimos al límite.