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Columna de Mauricio Morales: ¿Quién patea el penal?

Por Mauricio Morales, doctor en Ciencia Política, profesor titular, Universidad de Talca-Campus Santiago.

Sorprendentemente, la derrota electoral del gobierno en los recientes comicios para consejeros constitucionales no alteró sus niveles de aprobación, según la última encuesta Cadem. Incluso, si se observan las variaciones en la evaluación a los ministros, casi todos aumentaron. Es justo reconocer que el gobierno ha mejorado su gestión, anotando buenos puntos con la aprobación del proyecto de las 40 horas, el aumento del salario mínimo y, recientemente, el royalty minero.

Aún quedan proyectos pendientes, como una reforma tributaria debidamente acordada con el Congreso, y una reforma previsional que vendría a abrochar una seguidilla de pequeños éxitos. Como he dicho en otras columnas, el programa original del Presidente Boric ya no existe. Desde esa perspectiva, el “juego refundacional” está terminado. Chile no será la tumba del neoliberalismo. Sin embargo, el escenario no es tan catastrófico para el ala más moderada de la coalición. Sería perfectamente plausible que el gobierno avance en la mencionada reforma previsional, y que Boric cierre 2023 firmando la nueva Constitución.

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Lo hará a regañadientes, pues si se aprueba el texto que discute la Comisión Experta y se revisan detenidamente sus contenidos, éste se encuentra en las antípodas de la propuesta realizada por la fracasada Convención Constitucional. Sin embargo, peor es mascar lauchas. Boric pasará a la historia como el Presidente que puso fin a una Constitución cuestionada más por su origen que por sus reglas. No será el texto soñado por la izquierda, pero podrán decir- sin temor a equivocarse- que sepultaron lo que ellos denominan como la Constitución de Pinochet.

En este contexto, también ha surgido una nueva oportunidad para el Gobierno. Si hace bien las cosas, no podemos descartar un incremento en sus niveles de aprobación. Me refiero a la implementación del fallo de la Corte Suprema respecto a las Isapres. Estas instituciones siempre aparecen en los últimos lugares del ranking de confianza institucional y frecuentemente son utilizadas como ejemplo para impulsar una agenda anti-abuso.

Hay que recordar que la coalición del Presidente Boric emergió y se consolidó sobre la base de esta agenda. Desafortunadamente para él, la crisis económica y de seguridad pública pasaron a ser prioritarias para los chilenos, aunque eso no quiere decir que seamos indiferentes al abuso. La reciente Cadem indica que solo un 22% de los usuarios de las Isapres está por un perdonazo, y que el 77% prefiere que repongan los recursos en el largo plazo, pero que no quiebren. La respuesta de dichas instituciones es muy simple: o me perdonan, o cae el sistema.

¿Qué hacer en este escenario? La ministra Aguilera -que aumentó en 5 puntos su aprobación- está encargada de la discusión técnica, estableciendo una suerte de vínculo entre el Ejecutivo, el Legislativo y las Isapres. Desde el gobierno, en tanto, la figura más decidida y con un discurso más claro ha sido la ministra Vallejo, quien registra un 47% de aprobación, muy lejos del puntero, Jaime Pizarro (72%). Pero es ella y el grupo de Apruebo Dignidad quienes están en mejores condiciones de enfrentar este conflicto. Lo difícil es conseguir el equilibrio entre hacer justicia y dar viabilidad al sistema de salud, pero si Vallejo quiere ser la candidata presidencial del PC, debe quebrar huevos.

Para eso la receta es muy clara. Primero, no moverse un milímetro de la postura oficial, que es hacer cumplir el fallo de la justicia. Segundo, no dejarse amedrentar por las Isapres ni por congresistas que salen en su ayuda. Tercero, garantizar (sí, garantizar) a los cerca de 3 millones de afiliados que sus recursos serán repuestos. Cuarto, asegurar que el sistema no va a colapsar -casi el 80% está por evitar el quiebre del sistema- y que esto es perfectamente compatible con la devolución de recursos en el formato que sea. Quinto, que situaciones como estas son intolerables y que al gobierno jamás le temblará la mano. Ministra Vallejo, ¿se anima a patear este penal?

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