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Ars Poetica. Enrique Lihn. El Batman de mi pequeño Robin

  • Por Matías Andújar

Quedarse con una verdad única sobre el concepto de poesía o sobre lo que unos u otros quieren de ella, es un aviso de PELIGRO. Es darse y darse vueltas. Onanismo mental.

Es como cuando la máquina que hace café, que cobra $230 por su servicio, y uno deposita $250, te devuelve $150.

O sea, ¿la máquina creadora de café te regaló $130 o te rebajó el café a $100?

He ahí el debate.

Otro ejemplo: la izquierda y derecha en Chile, y en todas partes, seguirán su jueguito porque ni el norte ni el sur van a pasar a ser el inverso de lo que son. La derecha hace cosas que la izquierda no concibe y viceversa.

Una lata eterna.

Ibídem por acá. 

Pero hay que “tirar” para algún lado. A veces, etiquetar, lamentablemente, un poco. Etiquetas que sólo se ponen para saber de qué estamos hablando, más o menos.

O hacerlo por negación.

Si la etiqueta es Dadá, Surrealista, Creacionista, Matricerista o Perfumista, lo más certero, es que al Perfumista no le guste que lo confundan con un Dadaísta. Por lo que hace marcar sus diferencias.

A Enrique Lihn no le gustaría pasar por Dylan Thomas, y así.

Lihn es oscuro oscuro, no le gustan las cosas simples. Menos, a buenas y primeras. Y mucho menos, simples porque simples son. Su punto es ver donde no todos ven, encontrarse en aquella diferencia, porque no le gusta el mundo, no está conforme y algo tiene que hacer contra él, contra sus habitantes demasiado muertos para estar vivos.

Así, Lihn, quiere cercar un poco el círculo, porque su tarea no va dirigida a todos. Hay quienes no tienen vuelta, y a esos, Lihn no les escribe ni una sola letra.

El poeta ve, presencia, los crímenes del señor del almacén que atiende de mala gana porque odia lo que está haciendo, los crímenes de su familia, que no ven poesía, de las masas orinables y babosas en un estadio de rock, reggae, Marco Antonio Solís o fútbol.

El poeta se apena y se ríe de su pena (y de la de los otros).

Lo que Lihn no tolera son estos Señores Poesía que les gusta darle vueltas y vueltas al círculo sin hacer nada más que remarcarlo, hasta romper el papel, estos señores de una claridad básica que no tiene nada de poética.

Creo que a estos Sres. Poesía se les puede agrupar en dos. Los que no dicen nada y los que juegan a las escondidas con la poesía.

La poesía puede ser un exorcismo —como una liberación— dice Lihn, no en el sentido terapéutico, sino en el de escribir lo que no se dice en algún pasillo. O asfixiante hasta llegar al ahogo, pero no para esconderse tras algo que no se es o que no aflige.

Lihn no ve poesía en una canción de Myriam Hernández —como Bertoni—, lo ve como una falsa claridad que no llega a nada, no conmueve, a diferencia de Thomas que ve poesía en el deseo de interiorizar en una emoción.

Yo veo un acto poético en estar cantando esas canciones pretendiendo que es un yo el que está sufriendo así por alguien, que es el personaje, el habitante de la canción.

Desde luego que entre Dylan Thomas y Enrique Lihn hay un Canal de Panamá entre medio. Thomas nota cierta presunción en aquella escritura que necesita de un diccionario, su tarea es esclarecer sus ideas y entregárselas a las “medianías” de Lihn.

Los ejemplos de oscuridad, claridad y falsa claridad.

A mí parecer, un caso de oscuridad lo refleja el poeta chileno Ronald Kay.

Al interior del olvido

I
Centro de la ciudad, vista parcial
siempre un espejismo en todo caso
la internación en un álbum de calotipos
andamios, mamparas, adoquines
vieja labaza de wurlitzer - un hit
transmite su radiofonía.
Cuesta creer que se tiene un cuerpo
cuando el espacio lo trasunta por entero:
La humedad del río, el alcohol
de los tablones mutilados saturan
el sueño y hacen desear una pieza copada
de autos a cuerda y cortaplumas
la mirada de una mujer en cinta.

(De “Deep Freeze)

De la claridad más retorcida que una oreja como decía Lihn de la antipoesía, Claudio Bertoni es uno de los mejores ejemplos. Es el típico caso de aquel poeta que se deja leer muy fácilmente, pero tiene muchas capas que, usualmente, quedan sin pelar.

JUSTICIA DIVINA

yo personalmente creo
que si dios existe
va a mandar al infierno
a todos los que creen en él

(De “Harakiri”)

Otro claro, y retorcido, es Rodrigo Lira. Es el ejemplo de lo que Lihn habla cuando dice que “[...] tuvieron el orgullo, la pasión o la desesperación de hozarlo todo en poesía, desarrollando sus investigaciones en esta materia, hasta las que fueron para ellos, consecuencias extremas”.

Y conoció a uno de esos, a un Rodrigo Lira que nunca le comprendió, sino sólo después de muerto. Y se arrepintió con ganas. “El recuerdo que tengo de Rodrigo Lira me disgusta conmigo mismo. Era alguien que ponía a prueba la capacidad para desestabilizar los códigos de comportamiento en la relación interpersonal. Di un examen mediocre”. (Prólogo al "Proyecto de Obras Completas").

Y es que vivir poéticamente es mejor que escribir libro tras libro.

Se nota cuando uno de estos Señores Poesía quiere abrazar a la poesía para no soltarla más, porque les parece que el juego de la poesía es lo mejor que les podía pasar.

Las cosas en el arte en general y en la poesía tienen que ser honestas, porque el arte es una radiografía en la pizarra luminosa del doctor: se ve todo.

Y entre los falsos podríamos distinguir también dos tipos de ellos. Aquellos “oscuros” que juegan a la escondida y aquellos “claros” que pretenden evocar algo limpio a través de palabras impuras.

En la variada obra de Neruda hay muchas cosas que fue experimentando sólo por ósmosis, y quedan en algo bastante cojo.

Por no decir falso de frentón y que después el señor Neruda se enoje conmigo o con mi santa madre.

En un ejemplo de falsa claridad, cito a padre e hija. Sergio y Valeria Vergara.

6

El tesoro de la felicidad
está escondido en el espíritu de una flor
que busca el camino perdido
para encontrar la pureza de una paloma
solitaria en el túnel de la razón.

(De “Vagabundos en el infinito”. Autoedición. Circa 1982)

El concepto del falso oscuro lo quedo debiendo.

 

PS. No soy de los que se molestan por leer cosas que no me gusten. Creo que hace tan bien leer mala poesía como ver películas malas. No junto mi tiempo para después darlo en odio a quien no me guste o no me parezca. Quien quiera escribir, que escriba, quien quiera pintar, que vaya a comprar una tela o que lo haga en madera, plástico o metal.

PS 2. Lihn es excelente. Pero Rodrigo Lira es perfecto.