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Quería ser embajadora del Reino Unido: Los sueños de Diana de Gales que se vieron truncados con su muerte

Hace 25 años, en 1997, ocurrió la muerte de la princesa Diana de Gales o Lady Di, debido a un fatídico accidente que tuvo lugar en París, en el túnel del Puente de las Almas, mientras iba a bordo de un vehículo junto a su pareja, Dodi Al Fayed, el conductor del vehículo y un guardaespaldas de ella.

Si bien, debido al divorcio con el príncipe Carlos, Diana no tenía ninguna obligación con sus deberes sociales que impone la monarquía, la mujer quería seguir ligada al servicio público.

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¿Qué quería hacer Diana de su vida?

En enero de 1997, Diana de Gales comenzó a delinear lo que serían los planes que tenía para su vida: convertirse en embajadora del Reino Unido.

Así lo reveló el confidente de la princesa, Roberto Devorik, a El País, señalando que la "princesa del pueblo" tenía interés de seguir incidiendo en la agenda pública.

Por lo mismo, en el mes antes mencionado, viajó hasta Angola, país devastado por 25 años de guerra civil, en donde pidió expresamente terminar con las minas antiterrestres antipersona, que tenían a 1 de cada 334 angoleños con alguna mutilación corporal.

 

Diana de Gales en Angola
Diana de Gales en Angola

 

Su visita, que incomodó al gobierno británico, ya que el Reino Unido creaba esos explosivos, provocó que el viceministro de Defensa de la época, Earl Howe, tratara a Diana como una "bala pérdida" y "mal informada".

La respuesta de Lady Di no se hizo esperar, respondiéndole a la autoridad que sus palabras eran "una distracción innecesaria. Qué tristeza. Hago una labor humanitaria, no política". 24 horas después de sus declaraciones, se atrevió a caminar por sobre un campo que supuestamente estaba "limpio" de minas antipersona, concitando la atención de la prensa y cambiando el paradigma sobre estos artefactos militares.

"Antes, la gente veía las minas terrestres como un problema puramente militar. La compasión y conexión de Diana con las víctimas de las minas en Angola, sentando en su regazo a una niña pequeña que había perdido una pierna, transformó el asunto en un problema humanitario", explicó al citado medio el director de comunicación de Halo Trust, Paul McCann.

Diana de Gales embajadora

Tras este viaje, se juntó en Londres con Roberto Devorik, a quien le confesó que estaba convencida en ser embajadora.

"Estaba entusiasmada. Tenía las ideas muy claras. Ese día me dijo: ‘Roberto, quiero convertirme en revolving ambassador de mi país en el mundo. Quiero ser embajadora de buena voluntad o itinerante'", explicó el hombre que asesoró en su imagen a Diana desde 1980.

“Incluso me comentó que iba a hablar con el Foreign Office (el Ministerio de Asuntos Exteriores británico) para discutir su papel dentro de la diplomacia. No quería terminar como una princesa dedicada a besar bebés y cortar cintas o, mucho peor, como una princesa en el exilio, cruzada de brazos", ahondó Roberto.

 

Diana de Gales en la Cruz Roja Americana en 1997
Diana de Gales en la Cruz Roja Americana en 1997

 

En agosto de 1997, solo días antes de morir, Diana fue más allá y criticó abiertamente al gobierno conservador, que perdió la reelección justo después de enfrentarse a Diana por las minas antipersona, y valoró que el laborista Tony Blair, ligado a la izquierda, se convirtiera en el nuevo Primer Ministro.

Como "inútil" calificó el trabajo que llevó a cabo el saliente Primer Ministro de ese entonces, John Major, por la abolición de estos artefactos de guerra, lo que provocó un terremoto político en Reino Unido. Tanto fue así, que ella tenía previsto volver el 28 de agosto a Londres, pero extendió su estadía hasta el 31 del mismo mes, con el objetivo de que las críticas en su contra se apaciguaran.

 

Diana de Gales en un hospital pediátrico en 1997
Diana de Gales en un hospital pediátrico en 1997

 

No obstante, como bien sabemos, Diana terminó falleciendo el día que volvería a Inglaterra, dejando de forma inconclusa su deseo de convertirse en embajadora por su país.

Si bien su existencia llegó a su fin de forma prematura, su legado por el cese del uso de las minas antipersona sobrevivió a su deceso. Y es que unos meses después, en Canadá, se firmó el Tratado de Prohibición de Minas en Ottawa.

"Cientos de millones de minas terrestres han sido destruidas como consecuencia de su trabajo. Gracias a ella se han salvado innumerables vidas", valoró Paul McCann, quien calificó este tratado internacional como el "más exitoso de la historia".

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