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"El desordenado", "el flojo", "el conflictivo": Los perjudiciales efectos de la estigmatización escolar

“El desordenado”, “el flojo”, “el conflictivo”, “el agresivo”, son ejemplos de etiquetas usadas por algunos profesores para nombrar a los estudiantes. Si bien existe evidencia de que estos conceptos fomentan la discriminación, se siguen transmitiendo por generaciones, perpetuando estos estereotipos y prejuicios aprendidos.

La pregunta es ¿por qué pese a sus perjudiciales consecuencias se siguen usando en algunas salas de clases? Para la psicóloga Carolina Reyes Cristi, estos rótulos ayudarían a los docentes a tener una visión reduccionista del “niño etiquetado”, es decir, basar su percepción solamente en su comportamiento y no considerar las causas o dinámicas emocionales que influyen en dicha conducta.

Esta práctica puede ser intencional o por desconocimiento, por eso la importancia de concientizar acerca de sus perjudiciales efectos, para no continuar normalizando este tipo de conductas en las aulas. “Un niño que suele manifestar constantes conflictos con sus compañeros, podría estar teniendo dificultades en su vida familiar o emocional, y su conducta problemática sería sólo la punta del iceberg que obedece a conflictos más profundos, donde el niño estaría comunicando la necesidad de ser abordado y apoyado”, afirma la psicóloga, magíster en Psicología Educacional.

Asimismo diversos estudios confirman que estas malas prácticas pueden producir un impacto negativo en la salud mental de las personas tanto a corto como largo plazo. A continuación te contamos cuáles son:

1- Dificultades en su autoestima: Un niño/a que por ejemplo es tildado de “flojo/a” o “agresivo/a”, sentirá que es poco capaz o que hay algo malo en él o ella. Este fenómeno se conoce como “profecía autocumplida”, donde el niño, se convence que posee ciertas características, las cuales, generalmente son impuestas por el mundo exterior. “Esto termina repercutiendo en su valoración personal, logrando un impacto dañino en su autoestima”, explica Carolina Reyes Cristi.

2- Aislamiento social: La Directora del Colegio Monteluz afirma que los niños que sienten que su medio los rechaza o evalúa negativamente, tienden a retraerse, a disminuir sus interacciones y a pedir menos ayuda. Esto ocurre porque no tienen la tranquilidad de que su entorno es un lugar seguro, que confía en ellos y que los ayudará cuando sea necesario.

3- Depresión: Carolina Reyes Cristi, es enfática en señalar que en casos extremos quienes son estigmatizados en el colegio, podrían desarrollar un cuadro depresivo, en el cual manifiesten todas las emociones consecuentes de la estigmatización: tristeza, enojo reprimido, angustia, ansiedad y desesperanza e incomprensión.

4- Desregulación y descontrol conductual (rabia) / rebeldía: En el otro extremo, la psicóloga advierte que puede ocurrir que los niños sean más reactivos, esto significa “que expresarán toda su rabia manifestada en el rechazo hacia este entorno estigmatizador y descalificador, demostrando conductas de rebeldía, constante ruptura de normas, desregulaciones emocionales (pataletas), entre otras manifestaciones conductuales”.

¿Cómo los padres pueden apoyar a sus hijos?

Lo más importante es reforzar su autoestima, así como también impulsarlos a identificar sus cualidades y aspectos positivos, fomentar sus talentos y habilidades, e idealmente ayudándolos a llevarlos a la práctica.

Esto se puede concretar a través de actividades recreativas en casa o tomando un curso, clase o taller que potencien sus habilidades. “Es vital que los padres ayuden a sus hijos a fomentar una mirada positiva de sí mismos, desde sus recursos. Junto con lo anterior, transmitirles que los errores son oportunidades de las cuales podemos aprender y que cada uno de éstos nos otorga la posibilidad de crecer y cambiar”, recomienda Carolina Reyes Cristi.

Así como también expresa que es clave que puedan estar conectados con lo que ocurre en el colegio y las actividades que se realizan, e incluso si es necesario es aconsejable pedir reuniones con los profesores encargados para poder tomar conocimiento sobre cómo está su hijo, qué necesita y cómo puede recibir apoyo en el hogar.

Junto con esto, es primordial mantener una comunicación fluida respecto a sus emociones, su vida personal y a su entorno, ya que el diálogo con los hijos es un recurso fundamental para conectar con ellos. “Crear un vínculo de confianza permitirá abordar este tipo de situaciones, así como también mantener conversaciones profundas y sinceras. Por lo que es clave que los padres estén continuamente generando espacios de diálogo con sus hijos”. Indica Carolina Reyes Cristi.

Asimismo, los padres pueden leer artículos, libros o pedir sugerencias de profesionales capacitados sobre la educación emocional infantil y el fomento de la autoestima. De esta manera, contarán con más herramientas para apoyar a los hijos desde el fortalecimiento de su mundo emocional, y en el caso de ser necesario, la recomendación es asesorarse con expertos en salud mental.

Todos estos recursos serán de gran apoyo para que la familia y los padres, puedan convertirse en un agente de apoyo y cambio de esta crónica y dañina práctica escolar.